Si dejamos de lado la hipersensualidad de la escena en la que Robert Redford le lava el pelo a Meryl Streep y el vuelo en avioneta más envidiado de la historia del cine, hay dos escenas que recuerdo vivamente y que conectan más con el África real que la imaginada. En una de ellas, mientras Streep intenta inútilmente detener una riada, Farah, «su kikuyu» sentencia: «El agua vive en Mombasa». En la otra, vemos como resulta igual de inútil pretender que otro «de sus» kikuyu se ponga unos guantes blancos para servir en la mesa. He pensado en ellas estos días leyendo En la casa del intérprete, la segunda parte de las memorias del escritor keniano Ngugi wa Thiong’o (Raig Verd, 2017). Qué poco conocemos de África desde los africanos.

La casa del intérprete del título proviene del clásico medieval El viaje del peregrino de John Bunyan y es la metáfora que el director de la escuela de Thiong’o, el misionero inglés (y blanco, naturalmente) Carey Francis ponía a sus alumnos como camino de rectitud: aquí llegáis llenos de polvo, pero con unas cuantas normas y un poco de Evangelio --es decir, convenientemente pasados por la traductora-- quedaréis bien limpios. El libro es un diálogo constante entre la educación formal impuesta y la educación cultural adquirida.

Ojalá todos entendiéramos que la traducción, la suma de idiomas, de puntos de vista, enriquece, en ningún caso sustituye. Si en la primera parte de sus memorias vivimos con él la lucha por llegar a la escuela, el desconcierto por el choque cultural mientras se aferra a las enseñanzas maternas y la tensión para mantener la identidad y aprender cosas nuevas, en esta segunda parte hemos visto llenar de contenido el valor de la palabra, de la libertad y de la justicia.

No podemos más que esperar la tercera, con su paso por la universidad y la consolidación de su vocación de escritor. Después de todo lo que ha vivido, a los 80 años, si Thiong’o se ha superado es porque ha sabido trazar su propio camino, en inglés y en kikuyu, y ha encontrado su lugar sin, por supuesto, traicionarse a sí mismo.

* Editora