La memoria de Córdoba anda removiéndose estos días en sus bellos anaqueles --los museos y los archivos-- pero no por añoranzas vacías sino por transmisión de saberes. En el Museo Arqueológico, donde a la entrada la vista choca con el circo romano que construyeron los primeros parientes de esta Córdoba también árabe, se exhibe la exposición «716, Córdoba, capital de al-Andalus» con motivo de los 1.300 años que hace de aquella histórica fecha. Que no dejaba de ser romana para convertirse en visigoda, ni mora para alejarse del cristianismo o de los judíos, sino que nuestros antepasados mantuvieron su esencia romana. Será por eso que somos senequistas, comemos dieta mediterránea y la idiosincrasia de Córdoba es su Betis romano --donde en su orilla descansa Jonás, el banco pez-- y su Mezquita árabe, que se completa con la Catedral, las iglesias fernandinas y la Sinagoga. Pero esta memoria sin anaqueles está tan a la intemperie que no nos damos cuenta de su existencia. Hay otra, la que anda en museos y archivos, de la que, afortunadamente, siempre se ha preocupado alguien. Por ejemplo, José de la Torre y del Cerro nos enseña su universo en la exposición del Archivo Histórico Provincial, ese espacio de la calle Pompeyos cuya torre, propiedad privada, es su norte externo. Y está la estrecha calle Villacevallos, que empalma con las callejas de la Luna, una zona ahora parte del Hotel Amistad, donde se instaló el primer museo de una Córdoba del siglo XIX que buscaba dejar constancia de sí misma. Un espacio en estrecheces tan hermosas como la belleza de la plaza del Potro donde la casa de los Romero de Torres, conviviendo casi con el Museo de Bellas Artes, se convirtió en el corazón de una necesaria intelectualidad a la que acudían quienes dirían algo en el devenir de la ciudad. Y otras dos casas, por donde Córdoba construyó en su día el paraíso, las de los fotógrafos Garzón y Señán González junto al río, en plaza del Triunfo 127 --que al final del XIX y principios del XX retrataron la ciudad para los turistas--, se han puesto de moda al hacerse el Archivo Municipal con los originales del primero. La memoria anda afortunadamente inquieta.