En espera de que esta ciudad palatina sea declarada patrimonio mundial, se debe plantear un modelo tal que los visitantes experimenten gozo contemplativo y ello produzca efectos en su satisfacción y en su lealtad a este espacio monumental. En psicología está aceptado que los individuos responden emocionalmente a su entorno inmediato. Las emociones nacidas de la contemplación de Medina Azahara, desarrollarán sentimientos espontáneos que podrán ser placenteros o no. Visitar Medina Azahara debe generar en el visitante un sentimiento de calma y serenidad contemplativa. Las emociones negativas nacerán si existe dificultad de accesibilidad al espacio y en su recorrido, si se produce amontonamiento de visitantes, si en lugar de silencio impera el ruido, si la perspectiva desde el altozano es desagradable. Cuanto más agradable sea la experiencia mayor será el efecto positivo que esa visita generará en el nivel de satisfacción personal y en la reputación de la ciudad palatina.

La satisfacción de una visita nace de la experiencia real vivida, fundamentada en los buenos sentimientos que nacen de la interacción del visitante con el personal que atienda la visita y con el espacio palatino. La satisfacción nacerá si las expectativas del visitante se cumplen, luego de una valoración tras el recorrido. Cuando más placentera sea la visita más se acrecentará la satisfacción porque superará lo esperado tras un proceso reflexivo-cognitivo. Si se acrecienta la satisfacción se reforzará la reputación del espacio de Medina Azahara y aumentará la lealtad al lugar.

La lealtad se medirá por las repetidas recomendaciones a otras personas por parte de los visitantes. Habrá visitas repetidas incluso de los primeros que entren en la ciudad. Dependerá este sentimiento de la calidad del servicio, desde la recepción hasta la despedida y de que la visita no sea frustrante. No deben existir inconveniencias en las condiciones del tráfico de entrada y salida, confusión en las reglas de tránsito dentro de la ciudad palatina, porque el visitante no desea sufrir grandes molestias. Es obvio que cuanto más agradable sea la experiencia más leal será el visitante a Medina Azahara y más veces recomendará su visita.

Existe una relación entre visita placentera, satisfacción y buena reputación, confirmada por la lealtad. Cuanto mayor sea la satisfacción del visitante tras haber paseado por Medina Azahara mayor será su lealtad a ella y la ciudad ganará en buena reputación. Así que: «¡a ponerse las pilas!».

* Académico de la Real Academia de Córdoba