Trece niños, algunos de ellos adultos pero con físico sin desarrollar a causa del hambre y del maltrato, han permanecido secuestrados y torturados por sus propios padres, probablemente desde el 2010, en una ciudad de EEUU. El fiscal que ha informado sobre esta casa de los horrores se muestra afectado por esta «depravación» y se pregunta cómo nadie supo, o nadie dijo nada. Eso es lo que más impresiona, en un entorno de vecinos, con colegio... ¿Cómo nadie se fijó? ¿O cómo nadie quiso denunciar para salvar a estos chiquillos? La maldad es terrible, pero la indiferencia de nuestra sociedad aterroriza.