Mucho se está escribiendo sobre los veladores en las aceras, que no ocasionan ningún peligro, y sin embargo no le damos importancia al riesgo que supone para los viandantes que las bicicletas, algunas a gran velocidad, campen a sus anchas por aceras y zonas peatonales. Ayer, al salir del portal de mi casa, me atropelló un ciclista que circulaba por la acera. Afortunadamente no iba con velocidad y el impacto solo quedo en una pérdida de equilibrio y un leve golpe. Pero este hecho me hace reflexionar sobre el fenómeno, cada vez más de moda, del ciclista invadiendo el terrero del peatón. Y es que de un tiempo a esta parte han proliferado de forma importante las bicicletas por las calles de la ciudad. Es un transporte ecológico y sano ante el que no tengo nada que objetar. Ahora sí, eso no exime de responsabilidad a sus usuarios. Me explico. Creo que todos los cordobeses, con pocas excepciones, han estado a punto de recibir un golpe, o lo han recibido, cuando caminaban tranquilamente por los acerados de la ciudad. Da la impresión que los kilómetros de carril bici esparcidos por la ciudad (algunos tramos afeando horriblemente el entorno) son meros adornos por los que circulan menos ciclistas de los que debían. Y es que no tenemos arreglo, nos saltamos impunemente las normas cívicas mientras no se coja el lápiz para la sanción correspondiente. En Sevilla ya se está sancionando a los ciclistas que circulan por aceras y zonas peatonales y parece que con esta medida la seguridad y el orden están llegando a las calles. Aquí debían tomarse medidas similares para evitar sustos y golpes. Aunque yo iría mas allá y rememorando tiempos de mi juventud, obligaría a las bicicletas a llevar matrícula y seguro de daños a terceros, tal como llevan muchos perros. Sería lo mejor para todos. Y lo que es más importante, en un vehículo que desarrolla una velocidad, como es la bicicleta y puede producir un impacto gravoso para las personas, todos quedaríamos amparados ante un posible percance. Piénselo quien corresponda y, si lo considera oportuno, actúe en consecuencia.

Rafael Rodríguez Aro

Córdoba