El alma, el embrujo, el espíritu, el halo de misterio, la energía que se percibe, o llámenle como quieran, según de lo que hablemos, existe. Poner en duda que detrás de cada persona, objeto y hasta circunstancia, existe mucho más que la materia que tocamos, es difícil de sostener. Para los más pragmáticos e incrédulos será cuestión de pura Física, pues no me negarán que científicamente esta comprobado que la energía ni se crea ni se destruye, solo se transforma, así que la suma de energía que somos o fuimos, esa que nos hace seguir adelante en tantas ocasiones, digo yo que estará en algún lado entre nosotros.

Percibimos muchas veces algo, una fuerza energética que puede que hasta nos erice el vello y que sentimos nos influye de alguna manera en decidir si optamos por este camino o aquella vereda; entramos en un edificio y sentimos que es mucho más que la materia de la que está construido y si no, que se lo digan a quienes recorran atentos el patio de columnas de nuestra Mezquita (¿cuántas energías no habrá allí conectadas de tantos avatares de la historia?), esa maravilla que a nadie puede dejar indiferente y no solo por los mármoles o los dorados; una mañana te despiertas y sientes que en tu mejilla se posó casi un suspiro, un halo dulce que te reconforta y casi de inmediato y sin saber porqué, recuerdas a los que te dejaron, esas almas que una amiga llama ángeles protectores.

No será casualidad que la materia sea banal si no va acompañada de algo más... Si les pregunto qué traje, coche o reloj antiguo recuerdan, sin duda contestarán que aquel con el que bailaron la primera vez cogidos de la cintura, o el coche con el que soñaron bajo las estrellas, o aquel reloj en el que una hora determinada, para bien o para mal, quedó para siempre grabada en su retina. No son las cosas ni la materia lo que importa; las palabras no son caracteres impresos sino el eco que dejan al ser pronunciadas y la música mucho más que las notas del pentagrama, ondas mágicas que vuelan y van más allá.

Es el movimiento, la acción, la energía lo que de verdad importa y lo que quedará de nosotros al llegar a nuestro destino. Somos y tenemos, pero de ello no quedará sino lo que hagamos... Y espíritu, alma, energía, o como quieran llamarlo.

* Abogada