Pensaba que llegada la calor llegaría la calma, aunque chicha, a eso de la cosa pública, que el paréntesis estival podríamos dedicarlo al comentario amable de chiringuito. Nada de eso. Los hunos y los hotros, en expresión de Unamuno, no paran de echar, unos más que otros, desde luego, más madera, y la caldera está que explota. Sobre todo, porque quienes atizan el fogón andan desprovistos de esa conciencia de límite que nos recordaba Rodríguez de la Fuente en estas mismas páginas, señalando al señor Jiménez Losantos como magistral manipulador de la dialéctica de la tensión y el enfrentamiento. La verdad, hay mañanas recién despertado que te enredas en el dial, lo oyes y de fondo te parece escuchar el ruido del Dragon Rapide sobrevolando el Estrecho. Ciertamente dudo si no hay alguien jugándose la salvación eterna manteniendo al personaje frente al micrófono. Luego, afortunadamente, lees la prensa y, sin que falten problemas serios, ves que en este país "cobardón y comodón", "irresponsable, inconsciente y que, moralmente, anda a ciegas", al decir de don Federico, la banca ha tenido este año beneficios récord, la bolsa, que las huele antes que nadie, está que se sale, el paro ha bajado a niveles de hace veinticinco años, los barcos vuelven al caladero de Marruecos, media España en la playa y la otra media haciendo las maletas con el mismo destino. Lees que Fraga en su despedida aboga por resituar al PP porque "el centro se ha movido" y en la Tribuna Libre de este periódico la oferta de diálogo y el Pacto por una Nueva Córdoba que desde el PP ofrece José Antonio Nieto y acabas conciliando el sueño a la hora de la siesta sin que se te repita el ajo del gazpacho. Azaña, en lectura nocturna bajo las acacias te ratifica en tus pensamientos: "Ninguna política se ha de fundar en la decisión de exterminar al adversario; no sólo --y ya es mucho-- porque moralmente es una abominación, sino porque, además, es materialmente irrealizable..." La cita está en el último libro de Juan Eslava Galán Una historia de la guerra civil que no va a gustar a nadie. Pues a mí me ha encantado.