La misión del artista es echar luz sobre las tinieblas del corazón humano», dice Shuman, compositor y crítico musical alemán. Y así creo que ha sido siempre y de ahí los grandes museos, bibliotecas, etc. y las grandes emociones que sentimos ante una obra de arte que nos conmueve por su belleza y realismo. Pero el arte, hoy, es banal y vacío, y no lo digo yo, es algo que leí en prensa digital, de igual forma leí que los espejos sirven para verse la cara y el arte para verse el alma. Sinceramente creo que han aparecido Chirinos y Chanfalla de Cervantes para hacernos creer que cualquier cosa, pintura, escritura, música..., es una maravilla, cuando la realidad es que ni se ve, ni se oye, ni se entiende nada, pero nadie se atreve a decir lo contrario por temor a resultar inculto y pobre persona. Pienso que, efectivamente, hay que romper linealidades, hay que excavar aquellas brechas, caminos por los que asome la novedad, hay, en definitiva, que propiciar el surgimiento de un pensamiento rupturista y propositivo, pero los genios, los artistas capaces de mostrarnos una realidad nueva, sin que por ello pierda su condición de original creación, no abundan en estos tiempos. No olvidemos que el concepto de arte depende de cómo ve la sociedad el mundo en su época, y en esta sociedad posmoderna, sin ídolos, sin tabúes, sin valores, sin pasado, sin tan siquiera imagen gloriosa de sí misma, todo vale, se expande el concepto que anatematiza como retrógrado, caduco, conservador, etc. a quien no ve maravillas en un arte que no es nada. Aplaudimos, premiamos, promocionamos. pintura, literatura, música... Caja de barro vacía donde decimos ver un nuevo Retablo de Maravillas.

* Maestra y escritora