Ser machista no es cosa solo de hombres. Por más que parezca una obviedad, la sociedad del siglo XXI, tan adelantada para ciertas cosas y tan atrasada para otras, sigue olvidando que se puede ser mujer y machista, muy machista incluso, y pasa por alto que para erradicar el patriarcado que, cual garrapata, se mantiene agarrado a nuestras raíces y a nuestra cultura (más bien a nuestra incultura) conviene no dejar ni un cabo suelto y limpiar de machismo hasta el último rincón.

Por eso no está de más que de vez en cuando las mujeres demos ejemplo de autocrítica y que, en aras de propiciar un cambio de mentalidad, desterremos viejos estilos que huelen a machismo tanto o más que un chiste verde o un piropo de taberna. Y es que, por más avanzadas que estemos, aún seguimos cayendo en esos errores que nos impiden avanzar como sociedad.

Cada vez que una mujer comenta «mi marido es muy bueno porque me ayuda en casa y con los niños» está siendo machista; cuando a una amiga la deja su novio por otra más joven y cargamos contra ella para desahogarnos, estamos siendo machistas; cuando una mujer deja de vestirse como le gusta a ella para agradar a su pareja, está siendo machista; cuando una suegra critica que su hijo trabaja demasiado en casa o con los hijos en comparación con la nuera, está siendo machista; cuando consentimos que a otra mujer, en el trabajo, se la llame histérica por elevar la voz para pedir lo que le corresponde o se la critique por vestir de forma sexy, estamos siendo machistas y también caemos en la trampa del machismo cuando trabajamos el doble de lo estipulado para demostrar que somos muy válidas para un puesto.

Las mujeres también somos machistas cuando negamos ser feministas para quedar bien con los hombres, cuando preferimos que nos dirija un hombre a que lo haga otra mujer y cuando, en lugar de ayudarnos, competimos entre nosotras haciéndoles el juego a ellos. Dejar que otros cuenten nuestra historia, que otros cuenten la Historia a su manera es otra forma de contribuir a la causa machista. Acabar con esta lacra es cosa de todos y de todas.