Como «eral lozano así, novillo tierno,

de bien nacido cuerno,

mal lunada la frente»

calificaría Góngora a ese historiador catalán porque se atrevió a epitetarlo de centralista y seudoculto y propuso barrer los nombres de Goya, Góngora, Quevedo, Larra, Antonio Machado de calles y plazas de Sabadell; cuando, al decir de Jaime Gil de Biedma, Quevedo y Góngora son metales inaleables.

El 22 de febrero de 1959 se celebró en Colliure el vigésimo aniversario de la muerte de Antonio Machado, representante de una generación de poetas tal como nuestro paisano Góngora lo es de los poetas de la generación del 27. Antonio Machado, a quien quería borrar del mapa de Sabadell, poeta mitificado por Joan Manuel Serrat más que leído, ha sido repudiado por un vulgar historiador quien ha calificado al poeta como sevillano representante de la seudocultura franquista y centralista. Aquel Antonio Machado, que en 1912 escribió Campos de Castilla, es visto por este exégeta como enemigo de Cataluña en la que, camino del exilio, pasó hambre. Ese Machado es mucho más inteligente que este osado historiador.

En su poema El mañana efímero escribió

«Florecerán las barbas apostólicas

y otras calvas en otras calaveras

brillarán, venerables y católicas»

Hoy, tras leer la propuesta del historiador y de esas gentes que quieren barrer los nombres de Jorge Manrique y Tirso de Molina, Machado escribiría algo así como:

«Florecerán ‘negros’ historiadores,

calvas de cultura sus molleras,

creadores de razías callejeras»

Al acto de 22 de febrero de 1959 en Colliure asistieron varios escritores, algunos catalanes, como Carlos Barral, Josep María Castellet, Joan Ferraté, acompañados de José Agustín Goytisolo y José Ángel Valente, quienes hoy se extrañarían ante los juicios de este historiador catalán por su conclusión tan disparatada como deshonesta.

Goytisolo escribió de Machado en 1959 lo siguiente:

«Yo no he venido para

llorar tu muerte

sino que alzo mi vaso

y brindo por tu claro

camino porque siga

tu palabra encendida

como una estrella»

Machado se queda en Colliure y Góngora en la Catedral de Córdoba y también las dos en Sabadell bien pegados a una pared.

Este historiador culto no conoce la colección Colliure, que se creó en recuerdo del homenaje tributado por un grupo de escritores a Machado, ideado y financiado por Carlos Barral, Goytisolo, Josep María Castellet, Jaime Salinas y Jaime Gil de Biedma, luego distribuida por Seix Barral. Antonio Machado, cuyo símbolo de derrota y de exilio es su tumba no puede ser al mismo tiempo bandera del centralismo castellano ni tampoco lo fue Góngora.

Machado le diría a este historiador bufón unos versos de su poema La luna, la sombra y el botón.

«Se pinta panza y joroba

en la pared de la alcoba.

Canta el bufón:

¡Qué bien van

en rostro de cartón

unas barbas de azafrán!

Lucila, cierra el balcón».

Y yo digo que cierren a ese historiador.

* Catedrático emérito de la UCO