No suelo escribir de lo que ignoro, y en consecuencia este artículo no trata acerca de la droga que, con el nombre genérico de «ácido», estuvo de moda en los años 60, aunque recuerdo haber leído un libro acerca de su influencia entre la juventud estadounidense, pero es uno de esos ejemplares que se han quedado por el camino, que no conservo, y soy incapaz de reconstruir el contenido. No, el tema que trato aquí es bien distinto. Quienes pertenezcan a mi generación, o a las anteriores, saben que hubo un tiempo en que cuando se hablaba de la delantera de un equipo de fútbol citábamos cinco jugadores, desde la histórica del Bilbao, que culminaba en Gaínza (el «gamo de Dublín»), a las míticas del Madrid de Di Stéfano (inolvidable e irrepetible, que finalizaba con el eterno Gento) o la del Barça de Kubala (inmortalizada por Serrat), y poco después la del Zaragoza de los cinco magníficos (con Marcelino como delantero centro, el del recordado gol a la Unión Soviética con Yashin como portero). Pero ahora las delanteras son de dos o de tres jugadores como mucho, y han dado lugar a que el periodismo deportivo, en su afán de llamar la atención, haya bautizado a los tres jugadores en punta del Madrid como la BBC (Bale, Benzema, Cristiano) y a la del Barça como la MSN (Messi, Suárez, Neymar), e incluso han aparecido combinaciones en otros conjuntos, pero no han tenido continuidad, bien porque los jugadores no se repiten en la alineación o bien porque el denominado impacto mediático de los equipos es menor.

Pensaba en esa circunstancia hace pocos días mientras observaba una fotografía del equipo infantil en el que yo jugaba y veía cómo estamos los cinco que componíamos la delantera, agachados, en primera fila, y al mismo tiempo escuchaba la noticia de que al final habrá tres candidatos a la secretaría general del Partido Socialista, puesto que Susana Díaz había dado a conocer lo que ya parecía un secreto a voces. Entonces recurrí al símil futbolístico y vi que, si ponemos la primera letra del apellido de los tres candidatos en el orden en el que han hecho oficial su candidatura, nos daría que de López, Sánchez y Díaz el resultado es el título del artículo. Los tres tienen ya una larga experiencia en la vida interna de su partido, si bien el único que ha tenido cierta actividad laboral al margen de la política ha sido Pedro Sánchez como profesor universitario, y si son correctos los datos de Wikipedia, Patxi López no finalizó sus estudios de ingeniería industrial, mientras que Susana Díaz necesitó diez años para obtener la licenciatura de Derecho, algo que ella ha justificado diciendo que tenía que trabajar impartiendo clases particulares y vendiendo a domicilio, y en efecto eso más parece una justificación que una explicación, como sabemos todos cuantos hemos dado clases particulares y a la vez estábamos en la Universidad.

Aunque no es tarde para que aparezca algún otro candidato, de no ser así, los militantes socialistas se enfrentarán a lo que en términos filosóficos llamaríamos un trilema. Ferrater Mora explica en su diccionario que este proceso de razonamiento se caracteriza por una premisa mayor con tres términos unidos por disyunciones exclusivas, mientras que la menor afirma que el sujeto es uno de los términos, excluyendo a los otros dos. Y pone el siguiente ejemplo de trilema: «Todos los hombres son o mortales o angélicos o divinos. Los hombres no son angélicos ni divinos. Por ende, los hombres son mortales». Los socialistas tendrán que elegir una de las tres consonantes de su particular LSD, con cuidado de no sufrir los efectos que causaba la droga de la misma denominación, pues lo mismo te transportaba a la euforia como a la depresión y deben tener claro que solo uno de los tres cumplirá con el término correcto del trilema.H

* Historiador