El diccionario de la Real Academia de la Lengua define al líder o lideresa de la manera que los ciudadanos entienden este concepto: persona que dirige/conduce a un grupo político, social u otro tipo de colectivo. También incluye la acepción deportiva que designa a la persona o grupo que va en cabeza de una competición. Siempre me han decepcionado estas definiciones, que considero ligth y no suficientemente diferenciadas de la de caudillo en el mismo diccionario (hombre --¡no mujer!-- que encabeza algún grupo, comunidad o cuerpo, dictador político y jefe absoluto de un ejército).

Para mí la concepción de un líder o lideresa es mucho más profunda y claramente diferenciada del concepto de caudillo (en España relacionado inevitablemente con Franco). He aquí algunos apuntes al respecto.

--Una forma sencilla de definir al líder/lideresa es el/la que «tira del carro sin látigos»; es decir, usa la disciplina justa e imprescindible. La diferencia con el caudillo es que este usa látigo profusamente.

--El liderazgo es incompatible con el mesianismo. El caudillo sueña con ser un mesías.

--El líder/lideresa solo se concibe en un contexto verdaderamente democrático, mientras que el caudillo es absolutamente incompatible con la auténtica democracia, aunque a veces se aprovecha de ella como fachada.

--El/la líder/lideresa promueve el disentimiento. El caudillo lo castiga enviando a la cárcel o centrifugando al que se atreva a hacerlo. Así hay presos políticos en el mundo (ej, Venezuela) y en los partidos populistas occidentales se los menosprecia (ej. Errejonistas al gallinero del Congreso).

--La confianza en las personas es una clave del liderazgo auténtico. El caudillo se caracteriza por una suspicacia de todas las personas que no le son fieles, especialmente las que no bailan al mismo son. Asi, Trump arremete con los medios de comunicación no afines (casi todos, excepto la cadena FOX), los servicios de inteligencia, etc.

--Cuando el verdadero líder ha hecho bien su labor, su protagonismo se diluye y propicia que las personas a su cargo se sientan protagonistas de los resultados. El caudillo es el que se tribuye todos los méritos.

--El verdadero/a líder/lideresa se preocupa por el individuo o por el grupo que tiene a su cargo y debe ser absolutamente leal e imparcial con ellos. Al caudillo le importan poco y no es leal ni imparcial con las personas de las que es responsable.

--El caudillo tiene siempre una camarilla de incondicionales que lo idolatran y le alejan de la realidad. Una de las características esenciales de un líder/lideresa es su absoluta accesibilidad de todos los estamentos del que es responsable. Fomentar la «conspiración» para el logro de metas es una exigencia para un líder/lideresa auténtico(a).

- La simplificación de las actividades y la burocracia es una responsabilidad de un/a líder/lideresa auténticos. El camuflaje a través de intricadas rutas para esconder los intereses inconfesables es típico del caudillaje.

--El líder o lideresa deben mirar al futuro y fomentar el riesgo que implica la innovación en cualquier aspecto. En el caso del caudillo todo debe estar «atado y bien atado» y no mira al futuro.

--La corrupción del tipo que sea es incompatible con el liderazgo, pero típica del caudillaje, como se ha demostrado fehacientemente en numerosas ocasiones.

--El nepotismo está reñido con el liderazgo y es compatible con el caudillaje. Ahí tienen a la familia a Trump con cargos gubernamentales sin el menor rubor.

--Los principios básicos de la Responsabilidad Social como son la rendición de cuentas, la trasparencia, la ética, el máximo respeto a los intereses de todos (stakeholders), el respeto a los derechos humanos y a la legislación vigente, son perfectamente asumibles por el liderazgo y absolutamente contrarios al caudillaje. Cada uno de estos principios merecería un comentario aparte, lo que no sería prudente dada la necesaria brevedad de este artículo.

En definitiva, el concepto de líder/lideresa que defino aquí es crucial, y va mucho más allá de su significado lingüístico. El mundo necesita verdaderos liderazgos. Nos sobran los caudillos y los mesías. Necesitamos líderes/lideresas que nos apoyen, iluminen nuestro camino, nos orienten, nos acompañen, nos hagan sentir protagonistas.

* Catedrático jubilado de la Universidad de Córdoba