Rouco Varela cree que desde el mismo momento de la concepción un embrión ya tiene alma (o en una versión más científica, que la dotación genética le hace pertenecer a la categoría de "homo sapiens"). Por lo que matarlo sería equivalente al asesinato de una persona. En el otro extremo del espectro ideológico Izquierda Unida propone que la mujer pueda abortar en cualquier momento durante el embarazo, inclusive el noveno mes. Ambas posiciones son respetables, en el sentido de que están argumentadas, pero minoritarias. Porque la mayor parte de la población en los países avanzados comprende que hay un genuino conflicto de derechos que no puede ser resuelto mediante criterios maximalistas de "todo o nada". Lo exigible es una argumentación, lo más fundamentada posible, para resolver el conflicto entre dos justas reivindicaciones. Por un lado, el de la mujer a elegir qué hacer con su propio cuerpo. Por otro, el del individuo no nacido a la vida. El caso es que hay dos formas de resolver el dilema, ambas en clave de política liberal. En primer lugar tenemos la argumentación del filósofo liberal Walter Block. Desde el punto de vista liberal-libertario lo que hay que respetar en la acción política son los derechos individuales. De lo que se seguiría el derecho de las mujeres al control de su cuerpo. La más famosa defensa del derecho al aborto dentro de los círculos liberales-libertarios la realizó la filósofa Ayn Rand que negó que el feto tuviera derecho a la vida en cuanto que hasta el nacimiento sería una parte más del cuerpo de la mujer. Sin embargo, Block haría una matización a este planteamiento estableciendo una distinción entre expulsar al feto del vientre materno y, por otra parte, matar al feto. Block cree que una mujer podría legalmente abortar en el caso de que el feto no fuese viable fuera del vientre (con la tecnología actual, unos seis meses). Es lo que Block denomina "eviccionismo" ("eviction" en el original inglés, es decir, "desalojo", "desahucio" o "expulsión"). Otra argumentación liberal es la que sigue el planteamiento del filósofo John Rawls. Supongamos que tras un velo de ignorancia desconozco si mi papel en un momento dado va a ser el de una mujer que, por los motivos que sean, pretende abortar, o bien el de un feto que, aunque sea por instinto de conservación, no quiere ser abortado. ¿Cómo reconciliar dicho dilema epistemológico? Encuentro que hay una regulación legal que me protege tanto en una circunstancia --la de la mujer que quiere abortar-- como en la opuesta. Porque en los tres primeros meses del embarazo el feto no sentiría ningún dolor en dicha operación, y su muerte sería indiferente no sólo desde el punto de vista de la conciencia, evidentemente, sino también de la mera sensibilidad nerviosa. En esos tres primeros meses, en los que el feto tiene exclusivamente vida vegetativa (podríamos denominarla así para distinguirla de la vida animal , que emerge cuando se es capaz de sentir dolor y, más adelante, de la vida propiamente humana , cuando los rudimentos de una vida cognitiva hicieran su aparición), la gestante podría decidir si sigue o no con su embarazo. Más allá de ese límite temporal, el feto se consideraría humano.

Sea desde la concepción "desalojadora" de Block o el experimento mental del "velo de ignorancia" de Rawls, el paradigma liberal ofrece los planteamientos más adecuados para resolver políticamente, desde la racionalidad y el diálogo, un problema tan complejo en el que hay que considerar cuestiones éticas, ontológicas y antropológicas interrelacionadas.

* Profesor de Filosofía