Nadie puede poner en duda la capacidad que ha demostrado el sector editorial montillano para editar libros con gran calidad y revistas monográficas con portadas en color y contenido amplio y riguroso. Proyectos que terminan siendo interesantes y valiosos. Montilla es bien conocida en el ambiente editorial, no solo por los títulos impresos y algunos de autores conocidos, sino también por el hecho de que sea el propio autor el que financie y rentabilice la inversión. Esta actividad se dispara durante la Cuaresma. En los últimos años, incluso, parece que ha podido incrementarse. Este hecho no asombra a ninguna persona relacionada con la letra impresa habida cuenta que hasta hace unos años venía ocupando un excelente lugar en el ránking de publicaciones.

La Cuaresma es un periodo de intensidad editorial, siguiendo una costumbre muy arraigada en Montilla. Las hermandades imprimen su revista propia con calidad e interés, mientras que la Agrupación de Cofradías edita una guía anual en la que se incluyen los itinerarios, la descripción de sus patrimonios y pequeñas notas sobre las peculiaridades de cada uno de las procesiones y estaciones de penitencia.

Desde que la Cuaresma sustituyó al Carnaval y la penitencia se impuso al jolgorio, el panorama de la ciudad presenta un aspecto diferente sobre todo en la puesta en marcha de los respectivos proyectos que ya se incluyen en las revistas semanasanteras de la localidad. Abren los cuartelillos, comienzan los ensayos y las diferentes hermandades y cofradías aceleran la limpieza de los pasos y las imágenes. También reina la actividad en las tabernas del entorno de San Agustín, el "bastión de la Semana Santa" como lo calificó el historiador montillano Miguel Aguilar Portero.

Es el momento de preparar todo, de ensayar costaleros y música para una perfecta sincronización "quod scripsi, scripsi".

Lo escrito, escrito queda para siempre.

* Maestro