Hace sólo unos días mientras paseaba por el centro de la ciudad atisbé entre la gente la figura singular de Leo Brouwer con aire entre quijotesco y machadiano. El motivo de su estancia en Córdoba era la celebración del aniversario de la Joven Orquesta de Córdoba que lleva su nombre.

El carismático y celebrado músico cubano es sin duda una de las grandes figuras de la guitarra mundial en la segunda mitad del siglo XX, a decir de su biógrafo, el profesor Moreno Calderón. Leo que él fue el impulsor del grupo de experimentación sonora del instituto cubano de arte y de la industria cinematográfica, estuvo al frente de la Orquesta de Córdoba durante una década. Ha sido todo un lujo poder contar con su presencia en nuestra ciudad para los amantes de la música clásica y popular. Y Córdoba, ésa ciudad a la que el músico califica de simpática que se caracteriza por la amabilidad de sus gentes, quizás no ha valorado aún en su justa medida la huella que ha dejado entre nosotros éste músico excepcional, más bien un genio vivo.

Desde su humildad reconoce que cada vez que vuelve desde su Habana natal, quiere pasar por Córdoba y verse con sus amigos que son muchos, y lo acogen siempre con suma calidez. El ciudadano Juan Leovigildo Brouwer, es y se siente como un cordobés más por decisión personal.

Leo se formó en un ambiente musical familiar donde su abuela fue la célebre compositora y pianista Ernestina Lecuona de Brouwery su padre, Juan Brouwer, era un aficcionado a la guitarra que fue quien le enseñó los primeros acordes.

Músico autodidacta, hunde sus raíces en el tronco afrocubano, abierto a la fusión de géneros, que evolucionó desde el nacionalismo musical de Villalobos y Alberto Ginastera del joven Brouwer de carácter más tradicional, a su paso por las vanguardias en los años 60 y 70 hasta la etapa postmodernista de la nueva simplicidad hasta la última etapa que ha derivado hacia el minimalismo.

Además de compositor, que es la actividad que realiza en la actualidad, es un gran instrumentista de violonchelo y de clarinete junto al dominio de la percusión y maestro del piano, donde muestra todos sus conocimientos y habilidades desde la versatilidad y la plasticidad ecléctica multifacética.

Ha dejado su impronta en guitarristas, que nos visitan asiduamente en nuestro Festival de la Guitarra como John Williams, Costas Cotsiolis, el cubano Barrueco y en Larry Coryel, entre otros.

En el mundo de la música clásica desde que debutó como intérprete se ha sentido bajo la influencia de B. Bartok e I. Stravinsky así como las vanguardias musicales más recientes de Stockhausen y Penderecki. En la música popular se ha adentrado en la composición de bandas sonoras para el mundo cinematografico así como arreglos de la música beat, por lo que Leo abarcaría en su obra desde Bach a los Beatles, dado su enorme talento musical.

Es un músico comprometido con su tiempo histórico y político, que no se amilanó ante el gobierno de Fidel, al oponerse de manera rotunda a la humillación a la que sometió el régimen castrista al poeta Heberto Padilla haciendole retractarse de las justas críticas a un sistema autoritario e ineficaz. Nunca ha sido un artista del régimen, aunque lo intentaron sin poder conseguirlo. Sigue viviendo en Cuba porque necesita estar con contacto con las músicas caribeñas para seguir componiendo.

Como le inculcó su madre desde niño, la música debe formar parte de la vida cotidiana como vitaminas necesarias para la salud y la sensibilidad humanas, porque un mundo sin música no es vida. Aboga Leo por una música profunda y humana, más allá del entretenimiento banal.

* Profesor