Tal es el lenguaje de los hombres cual es su vida. Así encabezaba Séneca su carta 114 cuando se le pregunta por qué en determinados tiempos se dio una corrompida manera de hablar. Idéntica cuestión nos planteamos muchos españoles al escuchar en comisión o en sesión plenaria a nuestros congresistas en el edificio de la Carrera de San Jerónimo en Madrid. Ahora muchos de ellos usan palabras chavacanas, sin continencia, que comienzan a apostillar los periodistas en sus crónicas parlamentarias.

Me veo obligado a acudir a mi pluma y comentar lo escuchado durante la comparecencia del secretario de Estado de Interior por mor de la audiencia concedida a una persona que estaba siendo investigada y citada más tarde por la justicia. La manera de expresarse en algunos de ellos nos indica si su moral pública está entregada a la molicie y a la obscenidad porque no es posible separar el color del pensamiento del color del alma. El alma de un diputado de Ezquerra República en esa citada comparecencia del secretario de estado no estaba templada ni ponderada y desde luego era nada sana. Le han pillado con el carrito de los helados fue la frase de mayor excelencia dialéctica que pudimos escuchar cuando lo interpelaba. De esa frase y otras lindezas como la de eres más chulo que un ocho se puede colegir el refinamiento de este catalán que no nos oculta sus vicios. Otro diputado, socialista, colocó al señor Nieto en la inopia con una elocuencia vigorosa propia de una persona desvergonzada.

Dice nuestro Séneca que estas construcciones tan violentas, echadas con tanto abandono en la sala y colocadas tan fuera de la general costumbre, denuncian igualmente costumbres depravadas y excepcionales.

¿ Por qué algunos diputados se muestran enervados a la hora de preguntar ? ¿ Por qué utilizan vocablos inusitados, propios de verduleros ?

Es sorprendente que a muchos agrade esta corrupción del lenguaje y el uso de la metáfora audaz y rufianesca que comparó al señor Nieto con la rubia que se apellida Borbón e igual (que a ella) no le sale gratis. Agradan estas intervenciones porque nuestras costumbres se han alejado de la rectitud y de las normas de fina educación.

La corrupción de este lenguaje (llamar compadreo o tener amistades peligrosas a recibir en audiencia a una persona que luego resultó ser investigada) es aceptada no solo por el auditorio más abyecto sino que no es rechazada por el diputado que ocupa la presidencia de la comisión o la del Pleno del Congreso, en su caso, y que se supone forman parte de un público más culto.

He sentido pena al oír caer a los diputados en sordidez. Antes de hablar algunos diputados deberían depilarse sus lenguas. Otros se creen más viriles lanzando recias palabras que hieren nuestros oídos por su bronca sonoridad .

¿Por qué quieren algunos lucirse siendo procaces y aburriendo nuestro pudor?

¿Por qué son tan pueriles y desvergonzados?

No tienen conciencia de que ante quienes les escuchan aparecen como si sus lenguas estuviesen embriagadas. Se presentan como personas insolentes, odiosas, crueles, tiranas y quizás de ese modo sus almas. Pudiera ser que tales insolencias les produzcan placer cuando deberían estar prevenidos por la templanza.Y es que como dice Séneca en su carta 115 el discurso es el semblante del alma que debe ser sincera y sin fingimiento.

La comisión aquí comentada no fue serena, no brilló en ella la templanza ni la prudencia de modo que cada chusca expresión restaba autoridad al diputado que la expresaba. En algún momento las preguntas lanzadas se asemejaba a hecatombe de toros cebados sobre la mesa en la que estaban dos cordobeses con frases que a los oídos parecían sórdidos andrajos.

Tengo la sensación de que de este tipo de comisiones, necesarias, deberían quedar expulsadas la miseria, el odio, la envidia y la revancha. Desconozco si el alma del señor Nieto salió de aquella sala asegurada contra la veleidades de las opiniones y contenta de sus respuestas que a sus interpelantes con seguridad descontentan. Por mi parte comprobé que algunos diputados están enfermos porque nos fueron moderados en sus expresiones, que no templan.

* Catedrático emérito de la UCO