Sesenta y cinco años en guerra, los dos últimos de intensa tensión; con lanzamientos de misiles (despliegue de medios norcoreanos para mostrar su potencial nuclear a su enemigo histórico, Estados Unidos, que ha tenido bajo su protectorado a Corea del Sur); duras sanciones por parte de Naciones Unidas a una Corea del Norte que padece serios síntomas de inanición a todos los niveles derivados de los embargos tan fuertes aplicados a Pyongyang, sobre todo desde la última resolución de la ONU, orquestada por EEUU pero secundada también por China y Rusia (aliados tradicionales de Kim Jong-un); y unos Juegos Olímpicos de Invierno a la vista, que podrían suponer el deshielo de las congeladas relaciones diplomáticas entre las dos Coreas. De momento, los norcoreanos asistirán a los juegos organizados por Seúl, aunque no han confirmado si lo harán junto a los deportistas surcoreanos desfilando bajo una misma bandera; retrasarán sus maniobras militares anuales hasta después de la cita olímpica; pero no le contestan al presidente surcoreano Moon Jae-in, a su propuesta de retomar los encuentros de familias separadas por la guerra de 1950, congelados desde octubre de 2015.

Habrá que esperar al final de las olimpiadas para ver si el deshielo se mantiene y ese encuentro en el enclave desmilitarizado de Panmunjom, donde en 1953 se firmó el armisticio, es el principio de una etapa de distensión y creación de un nuevo producto internacional, el Korea ice cream, la fórmula perfecta resultante de la fusión de dos ingredientes complementarios que llevan más de seis décadas separados.

* Periodista y profesora de Universidad