Todo candidato a la Presidencia del Gobierno de la nación es un jugador que, incluso cuando las probabilidades están en contra de su apuesta, trasciende esas probabilidades porque cree que la diosa Fortuna le ha elegido de alguna manera. Eso se debe a que el cerebro y el instinto del político no están de modo coordinado, porque tienen los candidatos una insuperable dependencia de la trayectoria de sus creencias.

Los candidatos son políticos que se casan con sus ideas hasta su tumba política, salvo aquellos que faltan al compromiso con sus creencias y la sociedad los califica de renegados, traidores, tránsfugas, apóstatas. Sánchez y Rajoy han invertido mucho tiempo y esfuerzos en sus ideas como para no ser leales a ellas, pero las ideas políticas como las verdades científicas evolucionan de funeral en funeral. Cualquiera de los dos atribuirá la Presidencia, en su caso, a sus propias habilidades y el fracaso, como candidatos, al azar.

Todos los seres humanos somos ciegos y subestimamos las opciones. Confundimos el valor de lo esperado con el escenario más probable. Ponderamos demasiado mentalmente el estado futuro más probable, como pueda ser el de ganar las elecciones, con lo esperado. Esa es la razón por la que muchos alcaldes del Partido Popular no alcanzaron las alcaldías en las elecciones pasadas.

Todos nos dejamos llevar por las emociones, queriendo hacer coincidir nuestros pensamientos y propósitos con ellas. Hacemos trampas con nosotros mismos para justificar nuestras decisiones. Esto es lo que acaba de hacer Pedro Sánchez al obligarse con las diferentes contramarcas de Podemos. Sánchez cree que va a ir ganando votos, poco a poco, por la izquierda y no vislumbra que los pueda perder todos de una vez. En su mente existen incentivos para inventar una historia sobre la probabilidad de ser el próximo presidente del Gobierno nacional y, consecuentemente, aplica la correspondiente estrategia para ello. Subestima la probabilidad de equivocarse al igual que le ha sucedido a Rajoy, que se le olvidó que la selección favorece al más comunicativo y no necesariamente al que tiene más conocimientos.

Pedro Sánchez es quien en estos momentos apela más al arte de la simulación y del fingimiento. Es decir, es quien deshace más pronto la realidad y representa el escenario alternativo, habiendo perdido setecientos mil votos desde las últimas municipales, que es ganar en las próximas elecciones generales. Piensa contra la evidencia, lo que también sucedió a muchos alcaldables del Partido Popular en los últimos comicios municipales, a quienes les ha dolido más perder el sillón que lo que habían ganado en los últimos cuatro años gobernando los ayuntamientos. Sin embargo, a los del Partido Socialista, siendo perdedores, les ha hecho muy felices el cambio negativo del Partido Popular, dado que nuestra mente trabaja con diferencias. El PSOE ha perdido setecientos mil votos pero más ha perdido el Partido Popular, lo que contenta a los socialistas aunque estén detrás de los populares.

Los seres humanos no estamos dotados de un pensamiento racional probabilístico ni actuamos de modo óptimo ante la incertidumbre. No sabemos hasta qué punto no sabemos, buscamos atajos para nuestras estrategias. Ante la incertidumbre de ser o no ser presidente del Gobierno en 2016 tanto Rajoy como Sánchez trabajan con dificultad la probabilidad de resultados en diferentes escenarios, porque el mayor enemigo del político es tener éxito, pero ser perdedor es desmoralizante.

El éxito de Podemos ha sido actuar como actúa una epidemia, que alcanza su máximo nivel de contagio cuando se supera un umbral de contagiados infestados. Han sido capaces de inocular sus ideas por el mismo mecanismo que contagian los virus. Sencillamente han conseguido diseñar una red muy bien conectada, dado que cuanto más enlazada está una red mayor es la probabilidad de que alguien se incorpore a ella. Podemos ha estado cada vez más acoplado sin limitación de capacidad de su red, todo lo contrario que Rajoy, quien tiene una trama escasamente conectada con los votos de su derecha y de su izquierda. Acaba de dar órdenes a su partido para crear un tejido con capacidad de conexión. Rajoy y Sánchez no percibieron a tiempo la no linealidad de Podemos ni su formación en círculos reticulares. El pequeño factor de cada nodo de la malla ha provocado una respuesta desproporcionada en la caída de los dos y el ascenso de los emergentes Podemos y Ciudadanos.

* Grupo de opinión