Se presentó Pablo Iglesias a los Goya con pajarita y, con un truco de vestuario, captó toda la atención de los focos. Así de fácil.

Un ejemplo más de la capacidad del líder de Podemos para dinamitar los muros mediáticos. Otra exhibición de su exitoso cóctel de provocación, aplomo, inteligencia política y vanidad (real o impostada). Hay algo de jugador en su manera de afrontar los retos. El reiterado veto a Ciudadanos o el trato arrogante dispensado a Pedro Sánchez también se inscriben en la lógica de una partida. Algo tan viejo como poner nervioso al adversario y pedir la luna para, al final, contentarse con un cometa. Pero, ¿es este el juego de Iglesias? Puede ser, aunque también cabe la posibilidad de que solo busque una nueva convocatoria electoral. Posible, pero arriesgado.

El sorpasso al PSOE no está garantizado y podría quedar como el traidor de las izquierdas. Hay más posibilidades. Que, al fin, opte por una abstención táctica. Una responsable concesión que le permitiría ejercer la más fiera oposición a los buenos chicos. Una legislatura, complicada por la presión de Europa, podría ser tiempo suficiente para asaltar el cielo en las próximas elecciones.

Pero todo esto tan solo son hipótesis. El juego acaba de empezar. España puede ser diferente si hay altura de miras. Pedro Sánchez está repartiendo el juego y (a la necesidad, virtud), va adquiriendo perfil presidencial.

Veremos si Iglesias se deja la pajarita en casa.

* Periodista