Es el primer ministro de Malta, que también se salta las convenciones humanitarias y no solo se niega a acoger a los barcos errantes con cientos de inmigrantes recogidos en el mar, sino que impide acceder a su puerto al Open Arms para repostar y comprar suministros de apoyo a esas embarcaciones. A la actitud maltesa se ha sumado la italiana, que prohíbe actuar al barco español.