Desde que amanece hasta que anochece; desde el momento en el que ponemos un pie sobre el suelo hasta que termine el día, nos damos cuenta de algo que a veces es difícil de asimilar: las diferencias existentes entre unos y otros; los adversarios que, con color o pensar distinto al nuestro o a veces en dirección contraria, salen a nuestro paso. Ya Martin Luther King llegó a decir: «Hemos aprendido a volar como los pájaros y a nadar como los peces, pero no hemos aprendido el sencillo arte de vivir juntos como hermanos». Hay que eliminar la cizaña destructiva. La cizaña es aquello que desestabiliza o que nos produce insatisfacción. Cizaña, en la siembra buena del campo de nuestra vida, es la enfermedad que nos limita y nos debilita. Cizaña es la muerte cuando aborta nuestros ideales y nos deja sumidos en mil interrogantes. Tenemos que aprender a convivir con aquello que no nos agrada y asumiendo aquellos aspectos que brotan a nuestro lado y nos incomodan.

La Nueva Evangelización, a la que tanto impulso está dando el Papa Francisco, va al fondo de la cuestión: ¿Qué males detectamos en nuestra sociedad, en Europa, que hace que por la cizaña vaya aumentando el individualismo, la injusticia y la confrontación? Que sepáis convivir, los unos con los otros, pero sabiendo que el Espíritu nos empuja y nos anima a crecer hacia arriba (no a escondernos en las cloacas de la apatía) y sobre todo a seguir sembrando con esperanza en un campo que, a veces, lo vemos duro para el evangelio, o permisivo con otras semillas, seductoras pero engañosas. Hay que crecer y convivir con lo que no me deja ser ni vivir, animar al que, al lado, desanima mis ilusiones. Levantar a un hermano cuando, mirándome, desea mi ayuda. Dejar que te acompañe el que piensa de distinta manera.

Mirar al mundo con un poco de optimismo, volcarse en el mundo brindando esperanza y misericordia. Decir no al inmovilismo y apartar de mi lengua la cizaña de mis malas palabras que hieren, distancian, ofenden y dicen ser yo menos malo y los demás menos buenos. Tener valor en la lucha, comprensión hacia mis adversarios, caridad en mis juicios. Seguridad en mis caminos, esperanza en lo que hago, digo, siembro y medito. Por último desear que la convivencia de Cracovia llene el corazón juvenil de compromiso por el Reino de Jesús.

* Estudios de L. en Ciencias Religiosas