El líder del Partido Laborista británico está muy cuestionado. Su tibia actitud a favor de seguir en la Unión Europa ya ha tenido el primer efecto. Ha perdido una moción de confianza en la que el 81% de los parlamentarios de su partido han votado en su contra. El resultado no es vinculante, pero es un gesto de descontento interno que pone en peligro su puesto. H