Moi non plus. Esa debería ser la banda sonora del Congreso, ahí, de música ambiente bucle durante toda la sesión. No vendría mal una botellita de ponche cada tres escaños, y cajas de clínex, que no falten. Paz y amor y mesura, “puntos de encuentro” equipados con visillos fantasía, investiduras y desvestiduras, trabajo “intenso” hasta la madrugada, y todo gratis, por “vocación”, como los escritores. ¡Je! Un turiferario cannábico vagaría sin rumbo ni preocupaciones entre sus señoríos que, con ojos hipotensos, recitarían propuestas innecesarias, como siempre, aunque de un modo tan sosegado y adulto que ningún periodista o ciudadano podría criticar. Cada sesión, televisada a diario a la hora del reality, ganaría la máxima audiencia a eso de las 11pm, cuando, ya subidas de tono, sus señorías disgregasen miserias y sentimientos íntimos con el buche a tope de ponche y la camisa rota. Tal exhibición de ligereza moral, no lo dudes, repercutiría favorablemente en: turismo, comercio exterior y satisfacción interior. España es un… lugar anárquico y loco. Ya está bien de tapujar su naturaleza con bastones de mando, arquitecturas institucionales y nombres de reyes antiguos. Los residentes internacionales odian el papeleo ibérico; nosotros lo apreciamos porque sabemos que en nuestra interminable burocracia sobrevive el caos, pan nuestro de cada cola. Un español sin blanca ni oficio puede y debe sentarse a tomar un café y otro ponche sin preocupaciones, o con ellas, pero se sienta y gasta, y se interesa, francamente, por Fulanita, que fue operada anoche de lo suyo. Los niños maman el sinsentido y la inconcreción de esta vida en cada “cena” de verano, a eso de la 01:00 am, cuando comienza el berrinche, mocos y tierra en la carita, desquiciamiento familiar.

¡Promoción! Vamos a enseñar al mundo hasta dónde llega nuestra cultura mediterránea. ¡Que estamos en el Sur y es primavera, coño!

*Escritor