En la dinámica profesional en la que me hallo, a diario me encuentro con situaciones rotas, con fracturas en principio irreducibles en las que parece que el «jarrón roto» nunca volverá a ser el mismo. No digamos con personas que después de atravesar por una situación complicada, parece que nunca volverán a ser lo que fueron, sino alguien mucho peor.

No es infrecuente verlo así en una relación de pareja, en donde tras una crisis, una deslealtad o una infidelidad, parece que la relación un día idílica ya nunca volverá a serlo. O un fallecimiento en el seno de la familia, donde por cuestiones puramente económicas se pueden llegar a hacer cosas tan mezquinas que no parece propio de personas con lazos de sangre, quedando dinamitada y hasta sin puentes la relación de hermandad; palabras que nunca debieron ser pronunciadas entre socios o actos miserables que rompen la afectio societatis de manera irreversible. No digamos cuando alguien comete un hecho delictivo y debe saldar la deuda con la sociedad pasando por la cárcel, pues la reinserción, ese fin de la pena que pocas veces se consigue, resulta casi siempre una utopía. Si entras malo, casi siempre sales peor.

Por terminar, la ruptura del Estado con alguna de sus Autonomías y, aún peor, la quiebra del jarrón de la sociedad civil dividida de manera evidente y hasta irreversible por cuestiones políticas.

¿Se pueden superar situaciones tan adversas y salir fortalecido? ¿Se pueden pegar los jarrones rotos de la vida? Siempre había sostenido que no, que cuando un jarrón se rompe nunca volverá a ser lo mismo, pues aunque se pegue será un jarrón roto. Sin embargo, en este tiempo de pesimismo sobre la posibilidad del reencuentro, la regeneración y el diálogo, alguien me ha señalado una posibilidad maravillosa que nunca había imaginado. En Japón, cuando un jarrón se rompe lo arreglan y lo hacen sellando cada trozo con oro, oro líquido que al enfriarse hace que el resultado final sea perfectamente sólido, más bello y hasta más valioso que el primer jarrón. Así que sellemos aquello que se ha fracturado con el oro del entendimiento, de la comprensión, de la generosidad y hasta del olvido, la capacidad más humana que tenemos, porque el resultado puede ser incluso mucho mejor.

* Abogada