Ya lo dijo Woody Allen en su momento: comedia es igual a tragedia más tiempo. Y todavía falta tiempo para que nos podamos reír de lo que está pasando en nuestro país. Una tiene mucho sentido del humor. El humor me salva la vida prácticamente a diario. Intento ser positiva y darle la vuelta a todo, pero a veces la cosa se complica tanto que es mejor o bien ponerse muy seria o bien no decir nada.

¿Por qué digo esto? Porque el otro día caí en las redes de un grupo de ultras que me atacaron por tierra, mar y aire (Twitter, Facebook e Instagram) por la mala interpretación de un tuit que ya borré y del que tuve que pedir disculpas. No tenía por qué hacerlo. Si la gente no entiende las ironías o los dobles sentidos, el problema es de ellos ¿no? Eso pensaba, hasta que empecé a recibir amenazas fuertes. Rápidamente neutralicé el tema, porque se trataba de cuatro freakis con pocas luces. No me importó pedir perdón, pero me asustó mucho la reacción de algunas personas. Me di cuenta de que no es momento de ironías. Que hay que ir muy al tanto con lo que uno dice o escribe. Una falta, una coma mal puesta o una frase fuera de contexto en un largo hilo de Twitter te pueden poner en un problema muy gordo. Y más cuando tú vas de cara con tu nombre y tu foto. Los que atacan, los radicales, acostumbran a esconderse en perfiles falsos.

¿Cuándo regularizaremos esto de una vez? ¿Una cuenta de Twitter por persona y DNI? Lo mío fue un tontería, pero me dejó media noche sin dormir. No quiero ni pensar por lo que deben pasar algunas personas como la pobre actriz Anna Maruny, protagonista del espot Help Catalonia, que se ha visto obligada a cerrar todos sus perfiles en redes sociales. Ella, que ni siquiera hace de ella. ¡Es una actriz! Pues entren en Twitter y pongan su nombre en el buscador. Van a flipar. No son tiempos para ironías ni para nada. Igual ya va siendo hora de dejar de hablar de política en Twitter unos días y que los locos, ultras y catetos se queden solos y se machaquen entre ellos. Igual así se desintegran.

* Periodista