U n mensaje en un bus: «Los niños tienen pene. Las niñas tienen vulva. Que no te engañen. Si naces hombre, eres hombre. Si naces mujer, seguirás siéndolo». Un obispo, Francisco Cases, el de Canarias, que se declara más triste porque en la gala Drag Queen del carnaval de Las Palmas haya ganado una comparsa con referencias a la Virgen que por el accidente aéreo de Spanair en el que murieron 154 personas. Estos casos ejemplifican cómo desde diferentes ámbitos se atacan principios básicos de la convivencia como el respeto a la orientación sexual, en ocasiones al amparo de la libertad de expresión. En el caso del bus, los métodos de la ultracatólica Hazte Oír nos remiten a lo más rancio de la sociedad española. Cabe aplaudir la decisión del juez que prohíbe de forma cautelar la circulación de los vehículos utilizados en la campaña contra la transexualidad que han recorrido Madrid. Corresponde a la justicia determinar si la campaña constituye un delito de odio, con el agravante de que son menores los destinatarios. Hay que permanecer alerta ante cualquier intento de deshacer el camino hacia la igualdad que emprendió hace tiempo la sociedad española. Campañas como la de Hazte Oír y declaraciones como la del obispo de Canarias son intolerables y como tal deben ser denunciadas, en la arena pública y ante la justicia si es necesario. Hay que ser intolerantes con los intolerantes.