¿ Y si el Estado es cada vez más intervencionista menos en lo verdaderamente sustancial ?...El creciente intervencionismo estatal que todo lo prohíbe debe ser que tiene importantes ventajas de seguridad colectiva, pero no me negarán que muchos inconvenientes individuales, cuando en un sistema de libertad bien entendido nada tendría por qué no fluir. Es como los hijos: o les impones todo, y entonces puede que lo único que hagan sea intentar buscarte las vueltas y mentir, o desde el consenso y la buena educación saben perfectamente lo que deben hacer y, además, lo hacen.

Nápoles es una ciudad con una libertad poco intervenida en la que, sin embargo, parece que todo fluye. Me ha sorprendido que pese al estereotipo negativo (es verdad que con cualquier Sur soy bastante benévola) la realidad es que no hay semáforos, ni policías que dirijan el tráfico, ni falta que hace, y coches que van y vienen y cruzan, muchas motos y peatones que se adentran en el asfalto y cuyo afán de supervivencia hace que por no haber no haya ni atascos. Es un aparente desorden bastante ordenado. Hay acerados rotos y carreteras con adoquines impracticables, edificios decadentes que por ser patrimonio de la humanidad no pueden tocarse y no se caen, casas miserables con señoras que fuman en la puerta mientras ven pasar el tiempo y que esconden debajo anfiteatros inmensos; adoran a un Dios que no hace milagros, porque jugaba al fútbol y hablan una lengua producto de la simbiosis de varias, sin imposiciones, ni lo contrario; y hasta su comida más internacional, la pizza, esa joya gastronómica que se ha exportado y pervertido fuera añadiendo ingredientes casi siempre absurdos, en su origen es solo masa finísima, tómate, mozzarella y albahaca, porque menos es más y porque nada es lo que parece, sino en realidad mucho más.

En Cataluña se ha interviniendo y mucho desde el origen, desde la educación, que era donde había que sembrar e imponer la semilla de un independentismo perverso que ha dado los contaminados frutos que ahora hay que digerir. ¿Y ahora, qué?. Pues ahora, el Estado de verdad, ese que no nos deja fumar, ni beber, ni conducir y a veces ni respirar, que intervenga pero de verdad, con pulso firme y en lo sustancial ante un golpe de estado muy, muy real.

* Abogada