Pobre Platón. Tantos diálogos, tantos años elucubrando sobre el concepto de justicia, tantos siglos la humanidad debatiendo sobre ella, para que ahora la Audiencia Nacional la haya resuelto de un plumazo.

Ya tenemos el ejemplo, ya sabemos quiénes encarnan a la perfección el «comportamiento intachable» y «cabal»: Miguel Blesa y Rodrigo Rato. Profesores de filosofía, anotadlo. Madres y padres, eduquemos a nuestros hijos a su imagen y semejanza.

Si es que estaba claro. ¿Se dedicaron Blesa o Rato a rapear sobre la monarquía? No. ¿Hicieron un tuit de humor negro sobre el atentado de Carrero Blanco? Por supuesto que no. ¿Tuvieron la poca ambición de estafar 800 euros (desde junio en la cárcel esperando un indulto)? Por favor, qué ordinariez. En la época de Blesa, la cúpula de Bankia se metió en el bolsillo 9,34 millones. En la de Rato, 2,69. Ambos gastaron cantidades indecentes en viajes, alcohol, fiestas, joyas... La sentencia asegura que antepusieron «los fines personales a los intereses sociales que eran los bancarios y no otros». Aun así, mientras sus condenas no sean firmes, no merece la pena imponerles medidas cautelares. Porque, ya se sabe, su conducta durante el proceso ha sido «intachable» y «cabal». Por supuesto, un ejemplo. Y, claro, esa decisión no socava la confianza en la justicia ni en la democracia. No alimenta la indignación ni el deseo de darle una patada al tablero... Por favor, seamos cabales.

* Escritora