Se celebra el dia de los santos inocentes, pasaje que se inscribe en las páginas bíblicas, --"Herodes montó en cólera y mandó matar a todos los niños de dos años para abajo, en Belén y sus alrededores"--, cumpliéndose así el oráculo del profeta Jeremías: "Un grito se oye en Ramá, llanto y lamentos grandes; es Raquel que llora por sus hijos, y rehúsa el consuelo, porque ya no viven".

La sociedad, por su parte, intenta poner una nota de humor en esta jornada, despertando con sus bromas a los inocentes para que estén atentos, para que no sean objeto de burlas y aprovechamientos. Aún así, los inocentes existirán siempre, con su marca especial en cada momento de la historia: hoy son los desahuciados, los desalojados de sus casas, los que arrojan su vida sin esperanza desde el último balcón por la desesperación e impotencia de no hallar solución a una situación extrema que no buscaron; hoy son las víctimas del aborto provocado, la violación del derecho más fundamental y sacrosanto de los derechos humanos, el derecho a la vida, hecatombe silenciosa que no puede dejar indiferente a nadie; hoy son los engañados y burlados por la ley, convertida en trampa, en su letra más pequeña, apenas ilegible, pero que atrapa sin piedad a los más ingenuos o confiados; hoy son los que ponen su confianza en dirigentes políticos, sociales o económicos, tras la proclamación de sus promesas, para verse después defraudados y engañados, sin más salida que la desesperación; hoy son los inmigrantes sin papeles, a quienes se les paga mal o se les esconde cuando llega la inspección; hoy son los ancianos que molestan, o toda esa caravana de maltratados y maltratadas, en la oscuridad de su indefensión y de su ignorancia.

Los santos inocentes, sin saberlo, hicieron de escudos-protectores al Niño de Belén. Acaso, hoy, tantos inocentes nos hagan pensar y escoger el buen camino.

* Periodista y sacerdote