Mañana se cumplen los cien primeros días de las corporaciones salidas de las últimas elecciones municipales, en las que el mapa político dio un vuelco en muchas capitales. Córdoba estrenó, tras cuatro años de gobierno y mayoría absoluta del Partido Popular, su propia versión de los "ayuntamientos del cambio" con una nueva edición del pacto de izquierdas en el que por primera vez en democracia el PSOE consigue la Alcaldía. Los siete ediles obtenidos por Isabel Ambrosio la convierten en alcaldesa con la suma de los cuatro concejales de Pedro García en Izquierda Unida. Son once, los mismos que ostenta el PP de José Antonio Nieto, por lo que los cuatro votos de Ganemos fueron imprescindibles para la investidura y lo serán para cuantas decisiones de envergadura adopte el gobierno municipal. Los dos ediles de Ciudadanos y el de UCOR no alteran el precario equilibrio en el que deberá desarrollarse todo el mandato. Es costumbre hacer balance transcurridos esos cien primeros días de gobierno, aunque en este caso no se haya dado la habitual tregua a los nuevos gobernantes. El clima electoral persiste, con las autonómicas catalanas y las generales en lontananza, y la tensión no afloja. En este crudo ambiente, cada paso se mira con lupa, y el cristal de aumento no ofrece, de momento, expectativas claras respecto del futuro de la ciudad. El gobierno local ha iniciado su mandato enfocándolo hacia su lema electoral de "rescatar" a las personas, de ocuparse de los más débiles, y en ese sentido han ido sus primeras disposiciones sobre vivienda y atención social. También ha paralizado, en medio de fuerte polémica, decisiones adoptadas por el PP al final de su mandato, como la cesión de suelo para la ciudad deportiva del Córdoba CF, el metrotrén o la reforma del Pósito. Igualmente ha frenado las privatizaciones en servicios públicos, como la proyectada para el alumbrado, y ha retirado la concesión del espectáculo del Alcázar. En marcha está la reforma de los servicios de turismo, y se negocia la cesión de Caballerizas Reales al Ayuntamiento y la recepción del Centro de Visitantes.

Pero esa agilidad mostrada en las políticas sociales y en el rechazo a decisiones del PP no se aprecia en el encaje del nuevo gobierno local ni en la propuesta de alternativas. No hay sobre la mesa nuevos proyectos --se han creado unas mesas participativas para ello--, un inconveniente que se agrava con la reducción en tres millones de euros del escaso dinero destinado a Córdoba por los PGE. Así, Córdoba encara el curso con pocas expectativas, grandes dificultades en la toma de decisiones, un Ganemos dispuesto a imponer sus criterios desde la retaguardia y, pese a ello, una gran ilusión de un equipo de gobierno que, pasados cien días, apenas ha conseguido instalarse en el Ayuntamiento, y que está obligado a hacer un gran esfuerzo para que este sea una maquinaria de impulso a la ciudad. Porque las políticas sociales no bastan sin dinamismo económico.