Bueno sería que esto que vamos a comentar estuviera más extendido en este mundo que vivimos, aunque en verdad algo algunas veces los más acaudalados lo desarrollan en actos de caridad o en contribuir en diferentes acontecimientos. Uno de los más conocidos, por poner un ejemplo en donar cosas para los pasos de Semana Santa, entre otros.

Se va a tratar en este escrito de una palabra antiquísima que se usaba mucho en el tiempo que Roma gobernaba a España y se aplicaba también a las divinidades protectoras del hombre: Apolo, Dionisio, Serapis, Isis, etc... Evergetismo es el nombre de la tendencia que dirigió la política del Imperio romano. El vocablo evergetes dejó de usarse cuando se abandonó ese altruismo por parte de los ricos y poderosos.

La palabra evergetes, según el diccionario de la Real Academia Española, viene del griego euevergetés, bienhechor. Título honorífico que conferían las ciudades griegas a los príncipes y ciudadanos de otros estados que lo merecían por algún concepto. Este título a menudo estaba concedido por decreto a las personas que habían prestado servicios al estado y a las que querían honrar por sus méritos.

Era muy corriente el fenómeno del «evergetismo», a través del cual los cargos políticos se conseguían o asentaban haciendo obras públicas pagadas del bolsillo de los aspirantes a esos cargos públicos. Esta práctica la realizaban los más acaudalados.

El evergetismo era una forma de conducta social que se generalizó enormemente y podía tomar muchísimas formas, según las posibilidades de cada uno. Fueron muchos los que alcanzaron el título de evergete al contribuir repartiendo alimentos, organizando fiestas, juegos circenses, donando dinero para la construcción, ornamentación y mantenimiento de edificios públicos, decorando la ciudad con innumerables fuentes, estatuas que adornaban las calles, edificaciones, los paseos y plazas. Estas decoraciones principalmente las erigieron personajes con grandes fortunas procedentes de propietarios de fincas agrícolas en la Campiña y de explotaciones mineras en la Sierra de Córdoba, y por flámenes (sacerdotes al servicio del Imperio), y magistrados.

Algunos de esos bienhechores participaron con su aportación económica en la construcción y adorno del Teatro que el emperador Augusto mandó construir en Córdoba el año 15 a.C., trabajo que se terminó el año 5 del siglo I d.C. Ellos fueron Marco Anneo Séneca el Retórico o el Viejo propietario de explotaciones mineras; Sexto Mario, de una de las más ricas familias no solo de Corduba sino de Hispania, dedicada al negocio de las minas de oro, plata, cobre y oro, ya que un antepasado suyo fue el que inició los yacimientos mineros en Cerro Muriano o de Mons Marianum, que procede de Sexto Mario. Aunque otras fuentes dicen que del latín Morituri por los muchos mineros que morían. Y otros dicen que por los mur muris (roedor) por el elevado número de animales de esa especie que había.

Según indica Plinio, la explotación del mineral en esta región recibía el nombre de Aes Marianum. Cerro Muriano o Mons Marianum luce ser: ‘Bien de interés Cultural Patrimonio histórico de España’.

Otro benefactor destacado fue Lucio Cornelio, edil y duunviro, que contribuyó con donaciones de fuentes públicas y de efigies de bronce como parte del ciclo de abastecimiento cuando se instaló el acueducto Aqua Augusta, el primer acueducto de la ciudad construido en la época Julio-Claudia, bajo el reinado del emperador Augusto que gobernó entre 27 a. C. y 14 d. C. Estas fuentes y estatuas-fuentes se abastecían por medio de tuberías de plomo de los ramales subterráneos tomados de los acueductos. Incluso las hacían llegar a muchas casas que no tenían pozos. Esto se conoce gracias a dos epígrafes (CIL II2/7 218 y 219) de las donaciones que hizo Lucio Cornelio, que se conservan en el Museo Arqueológico de Córdoba y que fueron encontradas en las calles Ambrosio de Morales y en Ramírez de las Casas Deza, si no estoy mal informado.

Otro evergete del primer tercio del siglo III de la Bética y de la Colonia Patricia Corduba fue Lucio Junio Paulino, magistrado y flamen. Una inscripción (CIL II2/7, 221), procedente del entorno del foro colonial, testimonia que costeó no solo numerosas estatuas por valor de 400.000 sestercios sino también dos representaciones teatrales, juegos de gladiadores y carreras de circo. Esto indica que en este momento continuaban existiendo y funcionando en la ciudad el Teatro que estuvo situado por el Museo Arqueológico y alrededores, y el Anfiteatro ubicado en la parte occidental de Córdoba, exactamente en el actual Rectorado.

Corduba conoce una época dorada de expansión y embellecimiento a partir de la proclamación del emperador César Augusto. Actualmente grandes evergetes serían los que donan su sangre o sus órganos y los que socorren a los necesitados con alimentos que compran en las tiendas para ellos, los que contribuyen con su trabajo en los comedores públicos, los que acompañan a inválidos, etc, etc.

* Ingeniero técnico industrial, académico y escritor