Un día paseando por la Fuensanta con las personas de una asociación vecinal, vi a una señora mayor que bajaba el bordillo con su andador de espaldas porque de frente le resultaba imposible. Un pie primero, el otro después y luego arrastró su andador hasta la calzada, lógicamente al otro lado del paso peatonal estaba el otro bordillo, que para ella suponía un nuevo esfuerzo titánico. Ante esta tesitura, su decisión fue bordear la calzada mientras los coches le pasaban peligrosamente cerca.

Al poco de esta anécdota tan aleccionadora, me reuní con las distintas asociaciones que conforman el Consejo de Distrito Sureste para debatir y consensuar las obras prioritarias que se iban a emprender con el presupuesto del 2016. Ellos y ellas, que conocen perfectamente las carencias de sus barrios y saben que, siendo todo necesario, hay que empezar por lo más acuciante, no dudaron en solicitar como actuación prioritaria un plan de accesibilidad para el barrio de la Fuensanta, uno de los menos favorecidos en cuanto a inversiones se refiere durante el anterior mandato del Partido Popular, con tan solo 136.436 euros en sus cuatro años, frente a los casi 800.000 euros que nuestro equipo de gobierno lleva en un año.

En nuestro mandato cambiamos la metodología para gestionar el presupuesto de Infraestructuras, ya que nos parecía injusto e insuficiente que se realicen anualmente muchas obras pequeñas en los barrios, y que el procedimiento fuera andar a golpe de teléfono o de visita a la Delegación. No es de recibo tampoco que quien más insista consiga poner su petición por encima de las otras. No creemos que haya que fomentar las luchas particulares que no entienden de solidaridad y de proyecto colectivo de ciudad. No vamos a fomentar el individualismo de mirar solo nuestro barrio, nuestra calle o nuestra baldosa. Se trata de querer caminar hacia un modelo de ciudad que construyamos entre todos y todas en el que Mi Barrio es Córdoba, sin importar que la inversión que estemos estudiando y debatiendo entre todos y todas sea la calle de al lado o de la barriada de más allá.

Yo siempre he pensado que los coros no desafinan nunca, que siempre suenan bien porque el conjunto de voces hacen de su canto melodía y que, además, en sí mismos son una sola entidad que va más allá de la suma de las personas que lo componen. Muy al contrario de las personas solistas, si a alguna o alguno de sus componentes se le escapa un gallo, el resto de las voces lo tapa y no se nota.

Todo eso es para mí trabajar con los órganos de participación: cuentas con la sensatez del trabajo colectivo. Es un camino más largo, que nada que ver con la autopista de tomar las decisiones de forma autoritaria, unilateral o por contentar a grupos afines, pero sin duda es una senda segura. Debatimos, a veces nos peleamos, pero tomamos un día la decisión de ser parte de un coro y nos gusta como suena.

* Delegada de Infraestructuras y Medio Ambiente del Ayuntamiento de Córdoba