Córdoba se ha marcado cada época una ilusión como horizonte. En ocasiones han sido espejismos que se desvanecían al querer tocarlos, en otras, maquetas de solo realidad virtual. Algunos proyectos cuajaron, otros, afortunadamente, no salieron adelante. Pero siempre el vecindario tuvo materia para discutir lo propuesto. Ahora que se evocan aquellos dos años gloriosos en que la Unesco coronó a la Mezquita como monumento de la humanidad en 1984 y diez años después, al centro histórico de la ciudad con la misma diadema, es casi imposible no recordar algo de cómo éramos. En 1984 la ilusión estaba puesta en la celebración del XII Centenario de la Mezquita al año siguiente, con lo que la ciudad se aseguraba la visita de los reyes. Luego el guión se desarrolló por derroteros imprevistos. La siguiente ilusión que se marcó la ciudad, acostumbrada ya al cortoplacismo (odioso término) de los políticos, fue el 92, cuando parecía que se iba a acabar el mundo después de la borrachera de la Expo, con la opción a la Capitalidad Cultural Europea para ese año: pero en mayo de 1988 el Consejo de Ministros de la CEE dio a conocer que Madrid nos quitó la silla porque nosotros nos fuimos a Sevilla. Pero retomamos la "ilusión ciudadana" de momento porque en 1994 parece que el alfa y la omega de la existencia de Córdoba se circunscribían a la fusión de las cajas de ahorro donde señalaban la salvación eterna de esta ciudad: en enero el Monte de Piedad y Caja de Ahorros pasa a denominarse Cajasur, que en esos momentos le hace guiños a la Caja Provincial para un matrimonio divino ya que esta última entidad acababa de romper su noviazgo con la Unicaja de Braulio Medel. El último día del año se firma el protocolo de fusión entre Alfonso Castilla y Miguel Castillejo. Aquella "ilusión ciudadana" tropezó con el suelo y su música celestial acabó desafinada. Sic transit gloria mundi . Sin embargo, 1994 fue muy beneficioso para la ciudad: el 9 de septiembre el Rey inauguró la nueva estación de trenes por donde antes se compraba el amor y los cuarteles tocaban diana y retreta; el domingo 22 de mayo se iluminó la Feria en su nuevo recinto de El Arenal; el 8 de febrero se había inaugurado el nuevo estadio de El Arcángel; el 23 de marzo, Pryca La Sierra; y 8 meses después, Eroski. A partir de ahí la gran ilusión fue la Capitalidad Cultural y su profeta Rem Koolhaas con el Palacio del Sur. Ahora, con la resaca del batacazo del 2016 la ciudad parece haber madurado y reivindica el orgullo de su patrimonio mundial: la Mezquita y su casco histórico. Ilusiones tangibles.