Escribo estas líneas rodeado de mil tareas para que salga adelante la segunda feria medieval de las tres culturas de Palma del Río. La escritora Mari Carmen Navarro ya tiene concluida su obra Las bodas del Gran Capitán, que representará el grupo Arrempuja Teatro. Una colosal puesta en escena de la historia medieval de la villa de Palma que concluye con la boda del célebre militar Gonzalo Fernández de Córdoba con María Manrique, cuñada de Luis Portocarrero, VII señor de la villa. Son muchos los que este mes de agosto trabajan para que cuando llegue septiembre y octubre estén los asuntos preparados.

Observo que la base del buen trabajo son equipos compenetrados, con un proyecto claro, una dirección o liderazgo ganado a fuer de capacidad, generosidad e inteligencia pero de ninguna manera forzando lo imposible. No todas las sumas aumentan, muchas restan. Los ciudadanos tienen memoria, conocen a sus convecinos y saben, perfectamente, lo que cada uno aporta o quita a la sociedad. El empeño de estar pudiera parecer que se ocultan otros intereses. El undécimo mandamiento es no molestarás.

Pero en agosto, varias personas se han empeñado en escenificar una obra de incierto futuro, unir lo que no une ni el pegamento. Quedarse sin referencias identitarias es un peligro que conduce al vacío y a la locura intelectual. Algunos ahora llaman a Antonio Machado, mi admirado poeta, españolista y anticatalanista. Que ignorancia tan atrevida; perdónalos Señor, quizás no han leído a Machado o el pensamiento político de Blas Infante. Salvador Dalí, me pregunto, acaso era el paradigma del buen catalán. Pero filias y fobias andan desatadas en nombre de otros intereses que para nada fueron los de Antonio Machado, Blas Infante o el mismo Dalí por citar tres ejemplos. Así por casualidad. Ahora entiendo esa obsesión por el modelo de biblioteca catalana para Palma del Río.

* Historiador y periodista