Cuando veo carteles de feria de los años 20, flipo en colores porque te da ganar de meterte dentro y pasarlo pipa. El año pasado el cartel de Feria lo protagonizaba un chaval con rasgos suaves femeninos, vaqueros y sombrero cordobés. Este año sale una mujer bella con rasgos muy marcados, casi varoniles y cómo no, con sus jeans y unos pendientes. Creo que se exponen modelos androgénicos como mensaje de inclusión. A mí me parece de puta madre acabar con algunos clichés históricos que tanto han hecho sufrir, pero la feria no es esa guerra. Cuando la izquierda solo quiere llamar la atención, no con trabajo bien hecho sino con pegos para sentirse diferente, sencillamente es de baja calidad. Y cuando la izquierda es de baja calidad confunde incoherencia con originalidad y desfase con innovación. Pero lo peor es cuando pretende erradicar --sin permiso de la gente-- algunas costumbres del pueblo por suponerlas de semilla fascista. Me parece mentira ver a tanta izquierda ajena a tanta gente. Es casi insultante que se quiten de un plumazo del cartel de la feria, los trajes de gitana, los caballos, las corridas de toros, las sillas de enea, en fin, todas esas cosas que nos hacen ser un poquito quienes somos y todo porque esta nueva izquierda identifique esto con la España de charanga y pandereta de aquella sociedad señoritinga del antiguo régimen. Lo que los grandes pensadores de la izquierda decían, como Machado y Lorca, es que España no podía ser sólo eso porque así no avanzaba. Pero ¡coño, en feria España sí es eso! Además, ya no estamos en esa sociedad del 36 y aparte, tanto a los del 98 como a los del 27 les encantaban las tradiciones que forjaban el alma andaluza, tanto, que la colocaban a la altura de los mitos clásicos. Esa es la buena izquierda, la que sabe que nadie puede privar a la gente de su idiosincrasia y que ello es totalmente compatible con la inclusión y la igualdad. Y me da lo mismo que quien se ponga el vestido o el traje sea hombre, mujer o las dos cosas a la vez. Pero en nuestra feria tiene que haber caballos, flamenco, trajes de volantes y peinetas y rabillos del ojo pintados hasta el corazón. Y vino blanco y pimientos y casetas con sevillanas. Y si a Franco le gustaba esto pues hay que joderse que la vida sigue y la feria también. Por favor, piensen en los turistas que se dejan la pasta y anuncien la feria como se debe y no con carteles de adoctrinamiento político que de la guerra civil hace mucho tiempo y el pueblo español tiene ya los huevos negros.

* Abogado