Releo El cuaderno gris, de Josep Pla, para rememorar el ‘seny’ catalán, en desuso por una determinada clase política imbuida de fanatismo. Se enfrentan ahora al imperio de la ley en su permanente ilegalidad e ignoran la memoria histórica de 1934. Me siento hoy abochornado, especialmente por europeo, además de andaluz y español. La Cataluña tan cercana a Europa, cuando se decía que Andalucía estaba lejos, se encuentra ahora más cerca de otras latitudes geopolíticas donde la democracia es simplemente una palabra. Esa es la razón de releer a Josep Pla que en su cuaderno retrata lo que verdaderamente ha sido siempre Cataluña; la que recibió con los brazos abiertos a tantos andaluces. Tierra industriosa pero a la vez tierra de payeses con el ‘seny’ que proporciona al que la trabaja. Pero la han convertido en la Cataluña de los hijos de aquellos emigrantes andaluces. Muchos son fanáticos partidarios de romper España tras décadas de adoctrinamiento nacionalista en las escuelas. Incluso abjuran de la tierra de sus mayores. Escribe Pla en 1918: «No sé a qué partido político pertenece mi padre. Probablemente a ninguno (…) Su caso, en el país, es más general de lo que parece a primera vista». Y más adelante dice: «En este país lo que se parece más a un hombre de izquierdas es un hombre de derechas. Son iguales, intercambiables, han mamado la misma leche (…) A mi entender hay una división mucho más profunda y exacta que esa. La que se establece entre personas inteligentes y puros idiotas; entre buenas personas y malnacidos». Y Pla vuelve a los Diálogos de Platón: «Qué maravilla».

*Periodista