Es tal la carga de agresividad del mundo --lo ha sido siempre, pero ahora las noticias de guerras, masacres, terrorismo y hechos individuales de maldad humana se acumulan a centenares cada día-- que reconforta encontrar historias de buenas personas, como la de James Harrison, el Hombre del brazo de oro, un australiano que por imposición legal, al haber cumplido 81 años, dejará de donar sangre cada 15 días como viene haciendo en los últimos 60 años. Son más de 1.100 donaciones, con el añadido de que su sangre es «mágica»: contiene unos anticuerpos muy poco comunes imprescindibles para elaborar la vacuna Anti-D, clave para combatir la enfermedad de Rhesus. Se estima que ha salvado la vida a 2,4 millones de bebés.