Hay grandes hitos que cambiaron el mundo. Y aportaron un conocimiento más real de cómo somos, de nuestra esencia como seres humanos, con la contribución de filósofos como el médico andalusí, Averroes, o el pensador cordobés, Lucio Anneo Séneca. Estos avances en el pensamiento, representan como unos jalones a lo largo de la Historia, a partir de los cuales todo cambió, y las culturas que no pudieron incorporarse, o desaparecieron, o malviven llenas de confrontaciones, inseguridad y temor. Cualquier persona culta puede identificar cronológicamente algunas de estas revoluciones, con los descubrimientos de los astrónomos Copérnico y Galileo sobre las relaciones entre el Sol y la Tierra. El enfrentamiento del teólogo agustino Martín Lutero intentando humanizar una Iglesia llena de corrupción y de oscurantismo medieval (exactamente lo mismo que pretende ahora el santo papa Francisco cinco siglos después), propiciando una relación más directa entre Dios y su criatura. Asimismo la llamada Revolución Francesa, dando al pueblo el protagonismo que siempre le había sido negado, y nutriéndose culturalmente del «enciclopedismo» como explicación racional de todas las ciencias, que tanta influencia tuvo en España con la Institución Libre de Enseñanza. También la fundamental revolución industrial en la Inglaterra del XIX, sustituyendo al hombre por la máquina y multiplicando así la producción infinitamente. El «evolucionismo» determinó el origen de las especies, por el biólogo inglés Charles Darwin: no solo descendemos del mono, sino que nuestros ancestros son asimismo el caballo y la musaraña, y toda vida sobre la Tierra procede de unas bacterias marinas. El psiquiatra Sigmund Freud, fundador del psicoanálisis, descubrió la función de una parte de nuestra mente, el subconsciente, que ha contribuido a la comprensión y tratamiento de la angustia y soledad que padece gran parte de nuestra sociedad, frutos del egoísmo e insolidaridad que como seres humanos podemos desarrollar.

<b>Julio César Jimena</b>

Córdoba