Hace tres años, hubiera tenido que escribir un artículo muy distinto del que escribo hoy. Por aquel entonces, solo podía hacer llegar un mensaje a los españoles: apretar los puños, hacer esfuerzos conjuntos y mantener la fe en nuestras propias fuerzas, contra viento y marea, para superar la peor crisis de nuestras vidas. Les invito a que hagan memoria.

Mayo del 2012: la prima de riesgo superaba con mucho los 500 puntos. Buena parte de nuestro sistema financiero estaba abierto en canal. El agujero del déficit que recibimos del Gobierno anterior nos puso entre la espada de los ajustes y la pared del endeudamiento. Teníamos que pagar intereses astronómicos, e inasumibles a medio y largo plazo, para financiar nuestros servicios sociales. Se hablaba, mirando a España, de un euro a dos velocidades. Los indicadores del crecimiento de nuestra economía caían en picado y --lo más doloroso de todo-- el paro en aquel mes crecía a un ritmo del 12,5%. En esta situación in extremis, muchos pensaban que los frutos de las reformas ya emprendidas llegarían tarde para evitar la peor de las disyuntivas: o la quiebra o el rescate.

Por aquel entonces, nadie hubiese creído que yo pudiera estar escribiendo un artículo como el que escribo hoy. Nadie hubiese pensado que, solo tres años después, podríamos decir lo que hoy es una realidad: España lidera el crecimiento económico entre las grandes naciones europeas. España es el país que más puestos de trabajo está creando en Europa. Los mismos inversores que antes nos cerraban las puertas del crédito, ahora confían tanto en nosotros que nos pagan intereses por comprar nuestra deuda.El paro sigue siendo intolerable pero, mes a mes, los datos de empleo y los de afiliación a la Seguridad Social están batiendo marcas positivas y relanzan nuestra confianza en el futuro. En definitiva, España se ha puesto en pie.

Cuando me preguntan "¿cómo lo habéis hecho?", yo respondo que lo que ha ocurrido en estos años en España es una historia de superación. Una empresa colectiva que no se puede desligar de los vínculos de solidaridad y responsabilidad que nos unen a los españoles. Unas señas de identidad que han sido el campo más fértil para un proyecto reformista que ha puesto a nuestro país en hora. Porque no existen las casualidades en política económica: si hemos conseguido pasar de destruir empleo a crearlo, si hemos dejado de caer y hoy crecemos con fuerza y vigor, es porque las grandes reformas siempre arrojan grandes resultados. Me hago cargo y soy bien consciente de lo mucho que queda por hacer, de los muchos españoles que aún no perciben en su vida cotidiana los efectos de la recuperación. Entre los años 2014 y 2015, crearemos un millón de empleos, pero aún son pocos en comparación con todos los que podemos crear en la próxima legislatura si seguimos avanzando con la misma determinación hacia el norte de la recuperación y el empleo. Contamos con una ventaja: todavía tenemos retos extraordinarios por delante, pero las reformas han convertido nuestras dudas en certezas y hoy sabemos que vamos a superarlos.

He hablado en alguna ocasión del gran objetivo que tenemos marcado como país: hoy hay 17 millones de españoles trabajando, y no descansaremos hasta alcanzar los 20 millones antes del 2020. Solo así tendremos una España más fuerte que aquella que conocimos con anterioridad a la crisis. Y solo así conseguiremos que la recuperación sea irreversible y que nuestra prosperidad no tenga ya vuelta atrás. En nuestras manos está lograrlo.

Este domingo, millones de personas en toda España tienen una cita capital con las urnas, porque es en los pueblos, en las ciudades y en las comunidades autónomas donde se cimienta la recuperación. Los ayuntamientos que han sido gestionados por el Partido Popular, lejos de distracciones, se han volcado en el buen gobierno, en la atención al ciudadano y en los servicios públicos, demostrando de esa manera que el bienestar se construye desde las calles de cada municipio.

Estas elecciones son una ventana abierta al futuro y han de constituir un punto de no retorno en nuestra recuperación. No podemos desandar el camino ni salirnos de él, como tampoco podemos arrojar por la borda el trabajo realizado y todos los logros que se han conseguido. Si pasado mañana escogemos la papeleta de la recuperación, todos los españoles habremos ganado las elecciones y, con ellas, el futuro. Desde estas páginas, yo garantizo que cada voto al Partido Popular será decisivo para culminar un trabajo bien hecho.

* Presidente del Gobierno