En la ceremonia de entrega de los Globos de Oro en USA, la famosa presentadora de televisión, Oprah Winfrey, pronunció un emotivo discurso que deslumbró y puso en pie a todos. Sus palabras iban en defensa de las mujeres acosadas sexualmente por «los hombres poderosos y brutales», y se debían al delicado momento que atraviesa Hollywood a raíz de las denuncias desencadenadas contra el productor Harvey Weinstein y otros personajes también muy influyentes. Pero cuesta mucho creer que los allí presentes, Oprah Winfrey incluida, desconocieran lo que venía sucediendo durante décadas en entornos muy cercanos. Como tampoco es difícil conjeturar que las mujeres más afectadas directamente por estos hechos sean mujeres desconocidas que no hicieron carrera en Hollywood, precisamente por no ceder ante esas presiones y chantajes, ante el silencio cómplice de quienes lo sabían y han callado hasta ahora. En todo este sucio asunto late una indisimulable hipocresía.