Actualmente la comprensión del fenómeno urbano dista mucho de ser completa. A ello contribuyen, sin duda, las dificultades existentes para dar una simple definición del mismo, así como la variedad de aspectos desde los que se puede analizar una ciudad. Y esto es así porque la ciudad se concibe como un acto de la voluntad humana. Cada realidad urbana depende esencialmente de la sociedad existente en cada momento, al establecerse entre las dos una permanente interacción, lo que dará lugar a distintos tipos de ciudades, que a su vez se articulan dentro de un proceso histórico.

Las ciudades actuales son el resultado de una estrecha relación entre el medio urbano propiamente dicho y los grupos humanos que han residido en él a lo largo de su historia. La ciudad, por tanto, es una realidad cambiante, en la que se superponen los legados propios de cada civilización que ha estado presente en dicha ciudad.

La ciudad de Córdoba, aunque no es ajena al proceso de crecimiento paralelo al desarrollo de la sociedad industrial, posee unos matices propios derivados de su peculiar historia, ya que por ella han pasado tres grandes civilizaciones urbanas: la romana, la islámica y la cristiana, dejando cada una de ellas su impronta en la ciudad, si bien es esta última la que --en cierto modo- está más visible por su proximidad a nosotros. Pero no podemos olvidarnos que la imagen actual que perciben los visitantes hunde sus raíces en época romana, cuyas huellas --al margen de los vestigios urbanos existentes en los restos arqueológicos encontrados-- se encuentran presentes en la estructura regular que de una forma más o menos nítida se refleja en el callejero de su casco urbano, y se empieza a configurar con el legado medieval, tanto el de su etapa islámica como cristiana.

El importante papel desempeñado por la ciudad en la época islámica, sobre todo en su época califal, presente hoy en sus restos arqueológicos y en la estructura urbana de una parte de la misma, ha dejado oscurecida la realidad urbana cristiana que surge en los siglos XIII al XV cuando comienza a gestarse una nueva imagen de la ciudad, que es la que actualmente perdura en su llamado casco histórico-artístico, parte del cual ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad.

Estos tres legados: romano, islámico y cristiano --pero no los únicos, ya que no podemos olvidar al judío-- están presentes en la morfología de nuestra ciudad. Por eso cuando se cumplen efemérides dignas de ser recordadas de alguna de estas tres civilizaciones que han vivido y compartido nuestro medio urbano, la sociedad actual debe conocerlas y valorarlas, sin ningún tipo de prejuicios preconcebidos ya que estamos refiriéndonos a nuestra historia local, que en ocasiones supera dicho ámbito y tiene connotaciones mucho más amplias.

Y ahora estamos en el momento de recordar una de esas efemérides, perteneciente a un período histórico --el islámico-- en el que la ciudad de Córdoba, aunque era una de las más importantes de Hispania, comienza a destacar entre todos los centros urbanos de al-Ándalus al ser elegida por su privilegiada posición geográfica capital de la nueva provincia del Califato de Damasco. Aunque todavía habría que esperar casi dos siglos para que Córdoba -capital del Califato Omeya- deslumbre a viajeros y cronistas por su extensión y esplendor, al ser la ciudad más importante y poblada de Europa Occidental, comparable tan solo a Constantinopla, Damasco y Bagdad.

Este hecho tuvo lugar en el siglo VIII, unos años después de la entrada en el 711 de los musulmanes en la Hispania visigoda como prolongación de su expansión por el norte de África. En el año 716 al-Hurr, el nuevo gobernador del territorio conquistado en Hispania conocido como al-Ándalus, trasladó la capital del mismo de Sevilla a Córdoba. Por ello desde el 7 de junio del pasado año hasta el 6 de julio del presente diversas instituciones cordobesas, tanto privadas como públicas, están celebrando el 1300 aniversario de la elección de Córdoba por los musulmanes como capital de al-Ándalus, el nuevo territorio que fue incorporado a sus dominios en el siglo VIII. Aunque dicha capitalidad terminó en el siglo XI, con motivo de su fitna o guerra civil, que daría paso a los llamados reinos de taifas, la presencia islámica se mantuvo hasta el año 1236, cuando los reyes castellano-leoneses en su avance hacia el sur peninsular la incorporaron a territorio cristiano.

Esta efemérides no podía pasar desapercibida para la Real Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba, institución veterana de la cultura cordobesa presente en nuestra ciudad desde su fundación en 1810. Por dicho motivo, aprovechando nuestras Jornadas anuales del Instituto de Estudios Califales, perteneciente a dicha Academia y que tiene como objetivo profundizar en el conocimiento y comprensión de dicho período histórico en cualquiera de sus facetas, este año estarán dedicadas a conmemorar dicho aniversario los días 17 y 18 del presente mes con diversos estudios de carácter histórico, arqueológico, urbanístico, epigráfico y gastronómico sobre esta etapa de la historia de la ciudad.

* Real Academia de Córdoba