Recordando mis tiempos de estudiante y comparándolos con los actuales, es muy evidente el aumento y el grado de exigencia para con los más peques de forma progresiva. Antes, entrabas al colegio y el ritmo de aprendizaje era relativamente lento. Primero, te enseñaban a leer a los 6 años. Luego a los 8, aprendías la tabla de multiplicar y dividir para esperar, hasta los 12 o 14 años, que te introdujeran en temas de física o química e idiomas. Resulta cuanto menos sorpresivo cómo, en los últimos tiempos, niños de 4 o 5 años y nada más entrar en el colegio, ya saben manejarse en cierta medida con el inglés o francés, lo que demuestra que los idiomas son fundamentales para un futuro y más ahora, en este planeta globalizado, donde hay más facilidad para trasladarse de un lugar a otro, bien por ocio o bien, por cuestiones laborales.

Pero lo realmente curioso es como el mundo científico, físico y químico se ha incorporado al mundo infantil o juvenil de una forma bestial. Tuve ocasión de comprobarlo en los actos organizados con motivo de La noche de los investigadores. Paseando por los Jardines de Los Patos, había una pequeña feria de la investigación, con cantidad de chicos de 7 u 8 años experimentando y manipulando con figuras químicas o físicas. Pero aún hay más: Hace unos días se ha celebrado en el Vial Norte la Semana de la Ciencia, ocurriendo tres cuartos de lo mismo, al igual que en la Feria de los Emprendedores, organizada hace unas semanas en la Diputación, con cantidad de jóvenes con ganas de hacer grandes cosas y avanzar en la sociedad.

Estos acontecimientos nos invitan a creer y confiar mucho en nuestra juventud de cara al futuro, esperando que el día de mañana sea mucho más productivo y rentable en todos los terrenos.

<b>Rafael Ayala Marín</b>

Córdoba