En llegando el verano, era costumbre en las redacciones de los periódicos considerar que la pulsión informativa bajaba y ante la escasez de noticias había que inventarlas, y de ahí «la serpiente de verano», que era la manera de catalogar las noticias inventadas, exageradas a propósito para el verano. La realidad ha venido demostrando luego que también hay vida en julio y agosto, que arden los campos, los terroristas siguen haciendo de las suyas y los huidos de persecuciones y guerras cruzan el mar y la vieja Europa en busca del refugio que les negamos. Con esto quiero decir que ya no necesitamos «serpientes de verano» para rellenar los periódicos y los telediarios. Además ahora entre los sucesos, el fútbol y el tiempo ya está completa la edición. Mas una serpiente enorme envuelve toda la prensa ibérica a la manera del uroboros que se muerde la cola, y así vuelta a empezar sin solución ni final.

Esa «serpiente de verano» es el llamado problema catalán, referéndum de octubre, república catalana, locura de Puigdemont o golpe de Junqueras y pesadilla de Rajoy. Y así un día y otro la cantinela del asunto catalán por la mañana y por la noche. Qué hartazgo de independentistas, nacionalistas, catalanistas, catalanafus y catalanofóbicos; qué pereza soportar cada mañana a los tertulianos retorciendo las palabras del político de turno para revolverlas con el discurso oficial de Rajoy que habla por boca de sus mastines, mientras que él juega el papel de don Tancredo, y a fe mía que le está saliendo bastante bien, pues quien poco habla menos ofende. Bastaría poner el pie en Barcelona, en la bella Costa Brava, en Gerona o Tarragona para ver que la vida fluye en cada esquina, donde una multitud trabaja y se divierte, come y bebe, baila y liga lo que puede, al margen del cataclismo que unos anuncian como sufrimiento patriótico, mientras los más listos hacen caja. Pero la vida es dura y hay que andar suelto de complejos y con las manos libres para ganarla y hacerla amable, algo que no pueden soportar los que viven a cuentas del cuento del referéndum y así han logrado embarazar a toda la población española y ahora viene el parto y con dolores. Y lo malo es que esto no tiene pausa de aquí a la eternidad. Me niego a perder un minuto más de mi tiempo con el lamento catalán. Por qué si ya les hemos entregado nuestros ahorros, si compramos sus productos, si lideran en los medios y dominan la producción audiovisual, además tenemos que soportar sus lamentaciones y reproches. Yo sí que desconecto y proclamo desde hoy la independencia de Los Pedroches, con un firmamento libre de contaminación lumínica e ideológica.

* Periodista