Córdoba, esta ciudad de turistas, no solo transforma las casas o los conventos de la historia en hoteles y restaurantes. También ha sabido reconstruir espacios por los que la cultura transita con la naturalidad de lo obvio. Desde que el Gobierno andaluz cambió parte de la fisonomía de la zona por la que el río Guadalquivir trasnocha y madruga en mitad del arte, los turistas, los vecinos de Córdoba y quienes organizan actos culturales han descubierto que por ahí, por donde romanos y árabes vieron el futuro, está parte de nuestro presente. Conciertos y conferencias se han celebrado en la Mezquita, el mejor salón cultural de la ciudad, al que las bellas artes lo han coronado cum laude. Lo mismo que el Palacio de Congresos, un recinto de historia y belleza en obras paradas por la inoperancia de sus responsables, es el aula perfecta para congresistas. Y el espacio cubierto de la Puerta del Puente fue el mejor escenario para la violinista Klara Gomboc. Pero junto al río, en una zona que durante la modernidad sólo fue un descampado y que últimamente se usaba de aparcamiento, junto a las casas de los fotógrafos Señán González y Garzón -cuya fisonomía contemplé desde la niñez a la juventud-, Juan Cuenca edificó el llamado Centro de Recepción de Visitantes, cuyos cimientos se enraízan con la historia de esta ciudad y que durante un tiempo supuso otra de las clásicas peleas entre administraciones de ideologías distintas. Y es precisamente en el salón de actos de ese edificio donde el Ayuntamiento empieza a celebrar presentaciones y ruedas de prensa que, por ahora, han protagonizado ilustres personajes de la ciudad. Esta semana, en esa parte de la Ribera en la que han convivido todos nuestros antepasados, la alcaldesa ha proclamado la vigencia de dos mitos de Córdoba: Vicente Amigo, en plena madurez que suena en guitarra a la Memoria de los sentidos, y Manolete, que con 100 años vivo, aficionados, entendidos y curiosos volverán a reencontrarse con uno de sus mitos. Un califa del toreo, ya en la historia, y un guitarrista, con un presente arropado por la inspiración y la admiración, han consagrado este reconstruido espacio para la cultura.