Hoy toca hacer amigos. En medio de la vorágine y el despiste en el que andan en estos días los compañeros de informativos, de pronto, alguien proclama: «El Gobierno autoriza la consulta popular sobre la gran Huevada de Villafranca de Córdoba». Como estoy en Sevilla y nadie sabe de qué huevos va la cosa, les cuento que en un pequeño pueblo de Córdoba, llamado Villafranca, es costumbre allá por mayo hacer una fritanga pública de más de miles de huevos que devoran vecinos y visitantes. No voy a contarle lo que vds. ya sabrán por demás, pero sí quisiera invitarles a imaginar cómo pudo desarrollarse el debate en Consejo de Ministros sobre el referéndum de los huevos, toda vez que estamos en la guerra de otro referéndum que el gobierno no solo no va a permitir sino que va a perseguir hasta el final, según Mariano. El caso es que, tras la aprobación del Gobierno, la pregunta que se planteará a los lugareños es: «¿Está usted de acuerdo en que la Huevada pase a celebrarse el sábado anterior al 15 de mayo?». En la justificación de esta concesión, el ministro portavoz Méndez de Vigo, a su vez ministro de Cultura, argumentó que la consulta sobre la fecha de la huevada es una cuestión de «especial relevancia para los intereses de los vecinos» (manda güevos, que diría el otro ministro). Vivo en una ciudad, Sevilla, cuyo Ayuntamiento hizo el ridículo el año pasado con algo similar: un referéndum sobre el adelanto de la Feria de Abril, en el que la participación fue irrelevante. Como ciudadano donde quiera que fuese convocado a referéndum, a mí me gustarían que me preguntarán por el desarrollo urbanístico de mi ciudad, por la valoración de las grandes inversiones, por los planes estratégicos, por los horarios de las terrazas y contaminación acústica, los nombres de las calles, y así podría seguir con muchos asuntos en los que los vecinos están obligados a tragar y no cuentan para nada. Para la fiestanga huevera, no, por favor, un respeto. Y que en este momento, todo un Consejo de Ministros se detenga a tal superchería mientras se enroca contra el referéndum que piden millones de catalanes, resulta una provocación garbancera. También pudiera ser que tras el tancredismo propio del presidente del Gobierno, este quisiera contrarrestar ahora con la chocarrería gallega que atribuían a Franco; ya saben, aquel chascarrillo de que Franco respondió con una cesta de huevos al envío recibido de parte de Hitler, una caja de cuernos, con la dedicatoria de «cada uno da de lo que tiene». Un cuentecillo muy celebrado por los franquistas cuando yo era niño. Solo así puede entenderse la «güevada» de este referéndum.

* Periodista