Con asombrosa claridad y mensaje directo, la Mesa del Regadío de Córdoba ha decidido reclamar (se supone que al Ministerio de Agricultura y a la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir) los 228 hectómetros cúbicos de agua que se embalsa en Córdoba pero se destina a otras provincias. Con esta sequía que ha dejado escuálidas las aceitunas que antes del verano rebosaban frescor, Córdoba ha decidido patalear ya y pedir regadío, forma de cultivo en la que se le han adelantado mucho Sevilla y Jaén. Y la Junta, con Francisco Zurera de ariete, respalda al sector. Sin decir «Sevilla y Jaén nos roban», surge una reivindicación un poco a la catalana, pero con datos ciertos: a ver por qué en Córdoba solo el 14 % del olivar es de regadío mientras el 45% de las plantaciones jaeneras (hablamos del mayor productor mundial) están a salvo de los rigores del clima y el 36% de los olivos sevillanos se riegan. La estupenda red de pantanos de Córdoba custodia el 50% del agua embalsada de la cuenca del Guadalquivir, pero eso no quiere decir que se la vaya a quedar toda. Aquí, como en la financiación autonómica y en el estado social, debe primar el reparto justo y el principio de no discriminación. Pero, claro, lo que no puede ser es la metafórica cara de tonto que se le queda a nuestro sector agrícola cuando ve que la alegría acuática la disfrutan otros. Algo habrá que hacer, pensando siempre en que el regadío tiene que contar con las últimas tecnologías para no desperdiciar ni una gota de un bien cada vez más escaso, valioso y amenazado.