Mientras que en otros lugares el bipartidismo se quiebra y las alianzas multicolores se anuncian de forma que cualquiera sabe, en la cuenca minera y el Valle del Guadiato en general la cosa está más que clara. Quizás aislados de una tónica general colorista y alucinada --a cuyo espectáculo asistimos atónitos desde la dura realidad de unos datos socioeconómicos terribles que hacen que esta comarca se encuentre a la cola de la provincia, de la región, de España y de Europa-- los ciudadanos guadiateños hemos optado por la sota, caballo y rey: PSOE, PP e IU, lo tradicional, lo clásico, porque en zonas donde no hay harina todo es mohína, y los experimentos, con gaseosa. El PSOE vuelve a teñir el mapa del Guadiato con la sola excepción azul de Espiel, donde el incombustible José Antonio Fernández ofrece resultados económicos interesantes, objetivos, contantes y sonantes; en el resto, todo vuelve por do solíamos, a apostar por una esperanza nueva, una más, quizás la última. El PSOE solo va a tener que negociar, si quiere gobernar, en una Peñarroya muy resabiada pero que ha abandonado la crispación en las formas; en el resto todo es mayoría absoluta socialista. El reto es apabullante y habrá que demostrar de lo que se es capaz en una zona que no aguanta más, donde, o la confianza de nuevo depositada en el PSOE se traduce en algo efectivo, o solo nos va a quedar la melancolía, que suele ir muy bien para la literatura pero mal para comer. Un reto que pasa por una unidad comarcal real y por dinamizar una mancomunidad --parida en su momento por un PSOE con visión de futuro-- que está en la UVI.

* Profesor