Duro, muy duro para la Universidad y la sociedad ha sido el descubrimiento de irregularidades en el máster de la sra. ministra de Sanidad, que se ha visto forzada a dimitir, no solo por cambios de nota de asignaturas después de aprobar el TFM, también por no asistir a clase y por plagiar párrafos completos de otras publicaciones sin citar a los autores.

La ciudadanía está expectante ahora de que salgan otros másteres y doctorados machados de irregularidades. Cifuentes, Casado y ahora Montón, de partidos diferentes, han defendido su honestidad con los mismos argumentos. Es posible que otros (ej. los denominados negros) les hayan escrito el TFM o la tesis doctoral y ellos no hayan controlado casi nada. ¿Para qué? Tenían ya presuntamente pactada la obtención del título.

La ministra dimitida, en la cadena SER enseñó el tocho del máster pero se negó a fotocopiarlo a instancias de la admirada Pepa Bueno. La ya exministra conocía lo del plagio, claro. Ahora Pedro Sánchez se niega a enseñar su tesis doctoral cuya escueta ficha está en la base de datos Teseo del ministerio, pero en su caso tiene vedado el acceso al texto digital en la prestigiosa universidad privada Camilo José Cela. He dicho «privada», una pruebas más del doble rasero. Ahora se anuncia la disponibilidad de esta tesis doctoral en papel, sin poderse fotocopiar. ¿Les suena? ¿Por qué el Gobierno ha vetado una proposición de Cs para dignificar la universidad española a través de aumentar los sistemas de transparencia alegando una gran gasto de 5 millones de euros a nivel estatal? Algún miedo habrá. La UCO posee un sistema de trasparencia de los mejores de España según un estudio de la CRUE.

Como en una inundación, los más débiles son los que más sufren. No entiendo cómo la Universidad Rey Juan Carlos I no ha defendido eficientemente a sus estudiantes egresados o activos de sus másteres. El desprestigio es durísimo. ¿Cómo no se ha expedientado el catedrático responsable del Instituto, que presuntamente es un nido de corrupción? ¿Por qué los estamentos de esta universidad no se han levantado en armas contra el equipo rectoral que no ataja con nitidez y dureza los casos cada vez más graves de presuntas corrupciones y a veces se ha involucrado en las malas prácticas? Se deriva también el desprestigio y descalificación global del profesorado, lo que es manifiestamente injusto. Tengo prestigiosos colegas que no se merecen este tratamiento.

Ahora que la caza de brujas es cada vez más notoria, la universidad española debe reflexionar sobre la pésima imagen que está dando con estos presuntos casos de corrupción. No me cabe duda de la necesidad imperiosa de promocionar la verdad y la realidad de la universidad en la sociedad española.

La Conferencia de Rectores no puede reaccionar tan tibiamente como en el caso Cifuentes. Debería promover un sistema obligatorio de evaluación de la Responsabilidad Social Universitaria en el que la trasparencia es uno de los elementos imprescindibles, junto con la rendición de cuentas (no solo económicas), el comportamiento ético, el acatamiento de la legislación vigente y los derechos humanos así como la satisfacción de las expectativas de todas las partes interesadas. Obviamente, se deberán ofrecer con detalle los resultados a la sociedad. Si se ha hecho con la trasparencia ¿por qué no dar un paso más y abordar sistemáticamente la Responsabilidad Social con la CRUE como organizadora y valedora del sistema de evaluación? Es necesario el compromiso de nuestros máximos responsables universitarios.

Se debe recuperar urgentemente la imagen real de la universidad española. Las administraciones del Estado y las de las comunidades autónomas así como la CRUE deben hacer un gran esfuerzo para conseguirlo. El prestigio se pierde en un instante; su recuperación es de titanes.

* Catedrático jubilado de la UCO