La gran recogida de alimentos, que comenzó ayer y se mantendrá durante la jornada de hoy en toda España, es la expresión más elocuente de que la recuperación económica sigue lejos de miles de personas. Que sea necesario volver a recurrir a un acto masivo de entrega de alimentos para ayudar a las familias más desfavorecidas deja claro que las cosas no están bien, que la pobreza acecha a un porcentaje importante de la población y que las administraciones no son capaces de afrontar por sí solas este enorme desastre social. La crisis se habrá «dulcificado», como señalaba el presidente de la Federación Española de Bancos de Alimentos, pero no para todos. La caridad como sustituto de la atención social no es la mejor opción, ni la más justa, pero gracias a ella se ha podido paliar el sufrimiento de muchas personas. Es un orgullo, por tanto, que, aunque en estos momentos ya no exista la fuerte concienciación de hace unos años, que haya miles de voluntarios --3.000 que están colaborando con el banco de alimentos Medina Azahara de Córdoba, unos 121.000 en toda España-- que dedican su tiempo y su esfuerzo al buen fin de reponer los almacenes de los bancos de alimentos. Como lo es el comprobar que los ciudadanos están dispuestos a compartir parte de su bienestar y de sus compras navideñas para este buen fin. El porcentaje de los que precisan ayuda apenas ha bajado un 4% en el último año, así que merece la pena colaborar.