Muere Mike Nichols y pienso en Mrs. Robinson. En su muslo extendido con su vapor de medias, en esa turbación en el semblante del muchacho que está comenzando a vivir. Este es un artículo con su banda sonora, con su tristeza y su fascinación. La mirada de Anne Bancroft, con la sabiduría amarga, y también el misterio de su drama silente. Fue con Mrs. Robinson y con El Graduado cuando Dustin Hoffman se convirtió en estrella. Sin embargo, tuvo un competidor bastante serio: Robert Redford estaba muy interesado con encarnar al papel del joven Benjamin Braddock, el joven muchacho de veintiún años que acaba de graduarse en una universidad del nordeste de los Estados Unidos y regresa de vacaciones, enamorándose de la bella Katharine Ross, mientras se interna en las sábanas suaves y angustiadas de la madre, esa febril Anne Bancroft que después sería dueña de su propio dolor, la tensión del deseo por una juventud perdida entre dry martinis, deseos insatisfechos y reuniones sociales repetidas en su decrepitud.

Robert Redford invitó a Mike Nichols a pasar con él un fin de semana en Nevada. Jugaban al billar mientras Redford trataba de convencerle de que era el más idóneo para interpretar el papel. Parece ser que lo pasaron bien, salieron a esquiar, charlaron hasta la madrugada, hablaron mucho de cine. Nichols admiraba el talento de Redford y quizá estuvo a punto de caer ante su capacidad de persuasión, pero tuvo que rendirse al sentido común. Le colocó frente a un espejo y le espetó: "Robert, mírate. ¿De verdad crees que pareces un muchacho tímido, acomplejado y con dificultades para ligar?". Acabaron la partida y al día siguiente Nichols regresó a Nueva York: poco después vio las pruebas de Dustin Hoffman y supo que había encontrado al Graduado .

Años después los dos serían Todos los hombres del presidente , pero esa es otra historia --en la que, por cierto, Redford impuso el nombre de Hoffman como su compañero de reparto--, pero Benjamin Braddock sería para siempre ese rostro aniñado con su resto final de violencia convulsa, arrastrado hacia una perdición que tenía más que ver con esa ofuscación que puede provocar la juventud que con el verdadero amor. Mike Nichols era un genio de la psicología entre actores. Aunque es bien conocido el argumento de El graduado , recordaremos que, a pesar de la oposición de Anne Bancroft a que su hija se convierta en la novia de Benjamin, todavía un muchacho, pero ya avezado en la sensualidad amatoria por la seducción de la propia madre de su novia, al final él impide que la chica se case con otro y los dos se suben a un autobús, dejando a los invitados y a la realidad atrás, sentados en los asientos del fondo. La película podía haberse cerrado con un beso, pero Mike Nichols siguió grabando a los dos jóvenes actores, Dustin Hoffman y Katharine Ross, sin que ellos lo supieran. Y claro, no se besaron, sino que se apartaron el uno del otro y empezaron a mirar, cada uno, por su propia ventanilla del autobús. Ahí está la grandeza de Mike Nichols: en hacer que la vida se colara dentro del rodaje, con su incertidumbre y su inseguridad, haciéndonos saber que también la victoria final tiene sus grietas y que la existencia se basa en recoger los hilos que dejamos atrás para poder coser las cicatrices de la vida invisible.

Claro que Mike Nichols es mucho más que El graduado , pero quedaría en nuestro imaginario solamente por esta película. Era 1967, y toda una juventud estallaría un año después para lanzar a sus padres esa frustración pública de una vida privada insuficiente, sin saber que cuarenta años después otra juventud ocuparía las plazas y las calles para gritar que aquella revolución había nacido muerta. Toda juventud encuentra la forma de culpar a los otros de sus propias carencias, y al final de la escapada tenemos esos rostros que se evaden, porque los actores desconocen que les siguen grabando, mirando a la ventana de un futuro improbable, que parece difícil fuera del decorado.

Son días extraños, y escuchar a Simon y Garfunkel nos eleva el espíritu, o nos lo deja calmado, en una estancia de nosotros mismos que de nuevo volvemos a habitar. Todo cambia, cantaba también Mercedes Sosa, y últimamente hay giros radicales mientras vamos perdiendo varios rostros queridos. Ha muerto Mike Nichols, pero todos seguimos dentro del autobús, tratando de encontrar nuestro camino en la autopista, mientras la ciudad escapa y nuestras manos no aciertan a encontrarse en la oscuridad.

* Escritor